
CAPÍTULO 5 : Mi Nuevo-viejo Amigo
- ¿Alguien más va a enterarse? ¿Qué demonios haces aquí, Emmett? – susurré, furiosa.
- No quise molestarte – se afligió. – Yo sólo…te noté extraña y subí. Ahora ya sé de qué viene la cosa…aunque creo que siempre lo supe – se mostró triunfal por su descubrimiento.
- ¿Qué es lo que acabas de decir?
- Que siempre supe que amabas a Edward – se encogió de hombros. –Aunque no se de que trata el plan, ¿podrías explicármelo?
- Ni muerta – lo fulminé con la mirada.
- Sólo un poquito…no seas así… se tiró al suelo y comenzó a arrastrase en mi dirección con las manos juntas. – Por favor, por favor, por favor – rogaba como un niño de dos años.
- Te dije que no – una leve risa escapó de mí.
- No seas malita, vamos. Prometo ser el mejor hermano del mundo de ahora en más. No voy a decirle nada a nadie. Te cuidaré, y no te voy a molestar hasta que consigas follarte a Ed…
- De acuerdo, ¡te lo contaré!, sólo cierra el pico o también Félix va a terminar enterándose, y de verdad, que no quiero eso. – Coloqué mi cabeza entre mis manos.
- Eres la mejor – se levantó, me sujetó y empezó a darme vueltas por los aires.
- Si quieres… de verdad que… te cuente, sería...mejor que me… sueltes y me… bajes – hablé entrecortadamente cuando empecé a sentirme mareada y ahogada por la fuerza de su abrazo.
- Perdón. –comenzó a reír a carcajadas y me depositó en la alfombra donde finalmente, tomé asiento.
- Bien…
- ¿Ibas a empezar sin mí, Bellita? – una voz extremadamente chillona llegó desde el pasillo.
- Genial, "Relatando el plan no tan perfecto con los irritantes hermanos Cullen". – suspiré resignada.
- Gracias por el halago – Alice se sentó a mi lado, riendo. - ¿Puedo contarle todo yo?, porfi, no seas malita…
- Te cedo el lugar encantada, ahora si me permiten…-comencé a levantarme.
- No, no, no. – Alice me sostuvo de un brazo y tiró de mí para quedar nuevamente sentada en el piso. – Tú te quedas.
- Los odio – esbocé una sonrisa de oreja a oreja.
Alice tardó menos de diez minutos en contarle a Emmett todo con detalle. Incluso le había contado un poco sobre mi traumante noche del martes. Él solo se limitaba a responder con leves movimientos de cabeza y risas contenidas. El muy maldito estaba disfrutando.
- Así que… ¿vas a colaborar? – le preguntó a Emmett con una mirada cómplice.
- Por supuesto, ¿qué es lo que tengo que hacer?
- Ni se les ocurra – interrumpí-.
- Será de mucha ayuda…
- NO ALICE, Y ESTA VEZ NO VOY A CEDER.
- Vamos Bells, mírate nada más. No sé que demonios está haciéndote esta enana, pero desde que puso sus manos en tu cuerpo, no he dejado de escuchar en el Instituto lo buenísima que estás. Medio Forks está pensando en tirarte y conquistarte. Todo el grupo de porristas está que explota de la ira. Incluso…te diría… que si yo no tuviera novia… y si ella no fuera una de tus dos mejores amigas…también querría liar contigo – rió y se sonrojó. – De verdad hermanita, estás guapísima. Edward lo sabe…yo…podría tal vez hablar con él, a modo de broma, por supuesto…
- ¿ES QUE ACASO NO LO ENTIENDEN? ME RINDO. ESTO TIENE QUE PARAR, ¡AHORA MISMO! Ya no importa que tan inteligente pueda parecer. Cuando me esfuerce para verme bonita sólo para él. Cuanto haga para que sus ojos se posen en mí de otra forma. No quiero ser parte de esto otra vez, me rehúso. Debo pensar en mí de una buena vez y preocuparme, seguramente habrá alguien allí afuera que me corresponda - otra vez las traicioneras lágrimas me jugaron una mala pasada.
- ¡Esto se me ha ido de las manos! – Alice comenzó a gritar histéricamente. – No quería que salgas lastimada, ¡de verdad!
- Relájense las dos, no puedo verlas así – Emmett intentaba calmarnos. Algo raro en él. Creo que comprendía por primera vez la gravedad de la situación.
Corrí al baño privado de mi amiga y miré mi cara en el espejo. Mientras me lavaba la cara – logrando que todo mi maquillaje se corra aún más de lo que ya estaba- , escuché otra vez el ruido de la puerta.
- ¡No puedo creer que sean capaces de levantarse de la mesa como si nada en un momento tan importante! ¿No tienen un poco de respeto acaso?
- Mira estúpido… - Alice comenzó a embroncarse con Edward.
- Tranquila Alice – Emmett la calmó. –Edward…
- ¿Qué? – respondió de mala gana. -¿Qué hacen aquí? ¿Dónde está Bella?
- Aquí – salí sigilosamente del baño, intentando arreglar mi cara de alguna forma, aunque sería inútil. Al notarme, mi amigo se afligió y corrió a abrazarme.
- ¿Qué ha pasado?
- Esto…
- Discutió con Reneé por teléfono hoy. Y también con Charlie – Emmett se apresuró a responder por mí.- Eso es lo que intentamos decirte, pero como siempre, tu no escuchas
- ¿Quieres contarme? – me miró apenado, sin siquiera posar sus ojos en su hermano.
- No quiero arruinarte la noche, Edward.
- No te preocupes preciosa, tú sólo cuéntame.
- De acuerdo. Me quejé con mi madre de que no están nunca en casa y pareció molestarle. Dijo que todo lo hacen por mí. Luego se metió mi padre y me habló de forma grosera porque Reneé estaba llorando. Quiso darme un sermón pero le colgué el teléfono y bueno…no he estado bien en toda la tarde. – recé porque se creyera mis mentiras.
- Lo lamento, de verdad. ¿Por qué no me lo dijiste?
- No quería arruinar tu felicidad, no me agrada en absoluto hacerlo.
- Eres tonta. No la arruinas.
- Sabía que esto era un momento importante en tu vida. No quería…estorbar.
- ¿Por qué no me extraña de ti? – rió estruendosamente. Le dediqué una sonrisa torcida.
- Siempre preocupándote por los demás…Te amo, ¿lo sabías, no? – Simpático. Sin siquiera darse cuenta me rompía el corazón una y otra vez. Quería abofetearlo por algún extraño motivo.
- Y yo – Alice y Emmett se miraron, preocupados.
- Bien – comenzó a limpiar las lágrimas de mis mejillas. – Ahora vuelve con la neurótica esta para que te arregle el maquillaje y luzcas radiante como hasta hace un rato. En una hora nos iremos al Pub. Los espero abajo.
- De acuerdo – asentí y vi como Alice me dedicaba una mirada para que fuese al cuarto de baño.
- Te ayudaré con el postre – Emmett puso su brazote en la espalda de él y salió de la habitación, no sin antes dedicarme una mirada de apoyo. Podría ser el más inmaduro e insoportable, pero definitivamente me quería y se preocupaba por mí. A veces no sé que sería de mi vida sin Emmett aguantándome.
- ¡Vamos a ponerle un poco de onda a esta noche tan triste! ¿No te parece? Saldremos a celebrar…-dudó por unos momentos- ¡Que decidiste abrirte del plan! ¡Que hoy encontrarás novio!... no sé, no se me ocurre otra cosa.
- No importa, lo intentaste – la alenté. – Ven a arreglarme esta cara – reí limpiándome las últimas lágrimas. No quería llorar más por él.
- Guau… Isabella Swan quiere que la arregle. No pienso desaprovechar esta oportunidad.
- ¿Podrás algún día entender que ODIO que me digas Isabella?
- Lo siento – rió. – Oye…cuando dije lo del novio…
- Sí, muy gracioso enana…
- Lo decía en serio. – No pude evitar reír antes su elocuencia.
- ¿De verdad? ¿Y cómo lo sabes exactamente?
- Lo he visto.
-¿Otra vez tus predicciones de pitonisa? – bromeé.
-Bella – me miró a los ojos, seria. ¿Alguna vez falló alguna de mis visiones?
-Sí – recordé al instante. – Dijiste que terminaría con tu hermano.
- Todavía nada ha terminado. Tal ves tu hayas perdido las esperanzas pero yo no. Sacando esta última…respóndeme… ¿alguna vez fallé?
- No…dije en un susurro.
- ¿Qué dijiste?
- ¡QUE NO! ¿de acuerdo? Dije que no.
- Eso es lo que quería escuchar – me besó en la mejilla y corrió hasta su botiquín lleno de maquillajes.
- Eres detestable. Y todavía creo que tienes hierba en los cajones.
- Revísalos, estúpida –rió a carcajadas y procedió a limpiarme la cara para maquillarme nuevamente.
- Un poco de música nos vendría bien – corrió otra vez hasta el maldito reproductor, creí yo que para poner una de esas estruendosas canciones electrónicas que tanto amaba, pero me sorprendió.
- You're beautiful, that's for sure, You'll never ever fade…
- You're lovely but it's not for sure. – Miré a Alice quien no pudo evitar carcajear.
- That I won't ever change - me respondió.
- And though my love is rare. Though my love is true…
- I'm like a bird, I'll only fly away, I don't know where my soul is, I don't know where my home is. – Cantamos juntas mientras me abrazaba.
- Es mi canción favorita – reí.
- Lo sé, siempre que vienes a casa y te pones…tensa…la preparo. Uno nunca sabe que puede pasar…
- Realmente eres insoportable cuando quieres… -me miró triste.
- …pero mierda, eres mi mejor amiga y no te cambiaría por nadie. Juro que te amo hermanita.
- Y yo a ti, Cielo. – rió, mientras volvía a imitar el apodo que Edward me había puesto.
- ¿Siempre vas a arruinar los momentos tiernos? – la regañé en broma. – Termina de maquillarme. Muero por conocer a mi novio – rodé mis ojos.
- Me estás subestimando "Chica tomate".
- Muy graciosa – me ruboricé al recordar la forma en que me habían bautizado.
- ¡Ahí está! – señaló mis pómulos.
- ¡Ya fue suficiente!
Terminó así Alice con lo que había comenzado y nos dirigimos al piso de abajo para concluir con la cena y encaminarnos al Pub, mi lugar preferido – nótese el sarcasmo.
Nos encontramos a todos sentados en sus respectivos lugares, esperando a por nosotras para comenzar con el postre.
- Torta de chocolate Bells, como a ti te gusta – Esme me ofreció un plato que tomé dedicándole una sonrisa. – Espero que estés mejor, los chicos me contaron lo sucedido.
- Estoy bien - asentí y dirigí mi mirada hacia los hermanos.- Gracias.
- No hay de qué – Emmett habló. Yo por mi parte, volví a tomar mi lugar enfrente de Edward.
- Siento tanto lo que pasó, amor – Félix me tocó la mano por arriba de la mesa. – Si hay algo que necesites…
- Estoy bien – lo corté y retiré mi mano, delicadamente. No quería su lástima ni su miseria, aunque ni siquiera él supiera por qué había estado llorando.
- ¿Listos? – Edward habló. Voy a llamar a Jazz y los iremos a buscar.
- Edward, ¿no les molesta ir en tu auto? Yo iré con Bells y Rosalie. Mujeres por un lado, hombres por el otro…
- Yo no tengo problema con eso – dijo Emmett interpretando a Alice. Realmente no quería ir con Edward y Félix en el mismo coche. – Pasaremos nosotros a buscar a Jazz, vayan tranquilas ustedes.
- Bien, ¿lista amiga?
- Sí, lista. Adiós Esme, Carlisle.
- Adiós corazón – mi segundo padre habló. ¿Quieres quedarte aquí esta noche? Te prepararemos tu cuarto…
- Por supuesto que se queda – habló Edward. Tenía un poder inmenso sobre mí, ver su felicidad…Dios, era imposible decirle que no.
- De acuerdo. Los veo más tarde – saludé y me dirigí al hall.
- Adiós Carlisle, Esme – me enfurecí al notar como el maldito tuteaba a los padres del amor de mi vida. – Los veré pronto.
- Fue un placer tenerte aquí corazón, puedes venir cuando quieras- Esme le dio un cálido abrazo. Alice notó mi tensión y tiró de mi hasta sacarme fuera de la casa.
- Cálmate o nos descubrirán – Alice me habló en el oído y corrimos por las pequeñas escaleras hasta llegar a su Porsche.
Subimos finalmente al carro y salimos lo más rápido posible de la mansión. Llegamos por fin a la carretera y Alice subió la música al mango.
- ¿Es que no puedes estar en silencio por un rato?
- No – gritó sobre la música. - Hey hey here comes no one, another friend to have a go on…
- No, no esta canción por favor…-supliqué.
- Vamos Bella, sácate la mierda de encima, ¡canta!
- No…
- Que cantes te dije…
- No sé la letra…
- No voy a creerte eso.
- And I'll be your gay friend, 'cause your marriage never ends. Till we fuck and fight again, there's a space between us, so jump into my bed, pretend the world is dead, always in my head ¡is a space between us! – canté liberando toda la basura y las malas ondas que llevaba encima.
- ¡Si habrás escuchado esa canción maldita hija de perra! – Alice reía a carcajadas.
- Pediste que cante, ¡ahí tienes!
Los chicos aceleraron a medida que nos pasaban y Edward tocó bocina. Emmett se pegó al vidrio y nos mostró su enorme y peludo culo por la ventanilla de atrás. Ambas intercambios miradas de asco. No iba a borrarme esa imagen de la cabeza por días.
Pasamos a buscar a Rose y a Jazz, quien antes de ir al Volvo de Edward corrió hasta la ventanilla de Alice y la besó con pasión. Faltaban más o menos diez o veinte minutos para llegar a destino, que se me hicieron eternos. Tuve que contarle a Rose sobre el incidente ocurrido en la mansión durante la cena. Ella sólo asentía o me dedicaba miradas tristes, ¡estaba alentándome mucho realmente!, me sentía tan frustrada. Gracias al cielo no tuvimos que hacer cola, Alice conocía al guardia - que raro – y este nos dejó pasar a todos sin problema alguno. Estaba sonando "When love takes over" a todo volumen. Todos salieron corriendo a bailar en el medio de la pista con sus respectivas parejas…todos menos yo. Caminé hasta la barra y me senté en una banqueta.
- Un Esperma de Pitufo, por favor (1) – le pedí a la cantinera, quien luego de cobrarme el trago se escabulló entre botellas y copas para preparar mi trago.
- Que lo disfrutes – finalmente llegó con un vaso azul en la mano.
- Gracias – puse mis ojos en blanco.
Tomé el primer sorbo. Mierda, no recordaba que fuera tan fuerte, pero estaba bien. Tenía una imagen para nada agradable ante mis ojos. Notaba como las caderas de Félix se acomodaban al cuerpo de mi amigo. Ambos bailaban y disfrutaban muy pegaditos el uno al otro. Totalmente traumatizante.
- Guau, ¿estómago de hierro? – sentí una voz masculina a mi izquierda.
- No, no realmente – respondí sin cambiar mi posición.
- Tal vez podría beberlo contigo, si quisieras…
- No creo que sea posible, ya hay demasiados hombres en mi vida, y cuando digo DEMASIADOS, créeme. –Observé a Félix de reojo.
En ese momento, volteé para enfrentarme con la persona con la cual estaba entablando conversación. Su cara me resultaba extrañamente conocida. Llevaba su pelo caoba desarreglado, pero eso lo hacía lucir aún más sexy. Su piel morena, lucía tan cálida, que podía transmitirte su temperatura, sin embargo sus ojos negros… deseabas perderte en ellos. Sonrió de oreja a oreja -dejando a la vista sus dientes perfectamente blanqueados que te hacían mojarte aún más- al notar mi escrutinio. Frunció el ceño. Iba a hablar, pero me interrumpió, inesperadamente para mí.
- ¿Isabella Swan? –preguntó inquieto.
- Bella – lo corregí. – Disculpa, ¿nos conocemos?
- Oh, sí, vaya que sí. Tal vez no me recuerdes…jugábamos de pequeños cuando iba a tu casa…te hablo de muchos años atrás, Billy aún caminaba.
- ¿Billy Black? I M P O S I B L E.
- ¿Qué pasa?
- ¿Jacob Black?
- Pensé que jamás me recordarías – mostró otra sonrisa. Guau, apenas lo veía y ya me tenía estúpida.
- ¿Cómo no recordarte si la última vez que te vi llenaste mi mochila de barro y gusanos? – hice un gesto de enojada.
- Yo…lo siento.
- Dios Jacob, – exploté en carcajadas. - Teníamos ocho años, supéralo ya.
- No creas que no lo he superado – bromeó. – Ahora que sabes que no soy un hombre más… ¿quieres tomar el trago conmigo? No quiero tener que llevarte borracha a tu casa. El ex Jefe Swan podría volver a transformarse en Comisario en un abrir y cerrar de ojos…
- Él y Reneé no están en casa. Viajes de negocios, ya sabes.
- Con razón tu padre no bajó a La Push en estas semanas.
- Vuelven la próxima semana.
- El viejo estará feliz de saberlo.
- No hables así de tu padre…
- ¿Es joven acaso? – sacó la lengua.
- Sigues siendo un pendejo – puse mis ojos en blanco, mientras notaba que su rostro se cubría de decepción. – Pero me haces reír, y mucho. – Y allí estaba, otra vez esa sonrisa que hacía tanto que no veía, pero no por eso dejaba de adorarla. – Si quieres, puedes tomar el trago conmigo, aunque si no quieres, y termino borracha, no tendrás que preocuparte por mí, Edward seguramente me lleve, es un neurótico.
- ¿Hablas de Edward el maricotas? ¿El que está ahí con el noviecito?
- No lo llames así – le golpeé la cabeza.
- Au, - se quejó por el golpe. – tuve una pequeña disputa con él el lunes. – Rió.
- ¿De verdad?
- Vino con Félix, quería que le cambie la bocina. Tú sabes que puedo ser desconfiado y también bromista cuando quiero.
- ¡No! ¿de verdad? – dije irónicamente.
- Al parecer tu amiguito es bastante renegado. Estaba todo el tiempo a la defensiva, no sé, no me agrada realmente. –frunció el ceño.
- Sí, suele ser muy masoquista también, pero es mi mejor amigo.
- Amiga – me corrigió bromeando.
- Ya es suficiente – reí. – Ven, te presentaré al resto de la manada.
Tomé el trago con una mano, y sujeté a Jacob con la otra mientras nos movíamos a través de la gente. Fuimos hasta unas sillas, donde Emmett, Rose, Alice y Jasper estaban sentados, con una botella de champaña.
- Chicos, - les llamé la atención, hasta que todos se voltearon a verme. – Les presento a Jacob Black, un viejo amigo de la familia.
- Hola – Jazz y Emmett saludaron amablemente, tendiéndole la mano.
- ¡Tú! – la enana me sobresaltó. – Tú, pedazo de estúpido, ¿no te enseñaron a usar casco cuando vas por la carretera?, ¿eh? Casi nos matamos por tu culpa.
- Muy lindo gesto nos diste – reaccionó Rosalie, también de mala gana, rodando los ojos.
- Tú fuiste la que casi me arrolla con ese autito tan sencillo, enana – dijo Jacob serio, aunque con cierta nota de broma en su voz. En ese momento comprendí todo.
- ¿Eras tú el de la moto del martes? – pregunté confundida.
- Era yo, aunque no sabía que estabas ahí dentro.
- Mira, Señor Rebelde…
- ¡Ya paren los dos! Son tan iguales…podrían ser buenos amigos. ¿Por qué no dejan de quejarse y se saludan como dos personas decentes? – ambos me fulminaron con la mirada. – Por favor…
- Yo no me parezco a él – Alice bufó.
- Y yo a ella menos.
Dos segundos después, intercambiaron miradas y se partieron de la risa.
- De acuerdo, creo que sí nos parecemos – Jacob habló.
- Ni que lo digas…soy Alice.
- Encantado de conocerte…por segunda vez. – todos rieron y comenzaron a conversar con él…incluida Rosalie.
- ¿Jacob? – Félix se acercó de la mano de Edward, feliz por encontrarse con mi amigo.
- ¿Cómo estás Félix? Jacob saludó amablemente. – Hola… Edward – rompió a reír.
- Hola – la mandíbula del amor de mi vida se tensó.
- ¿Conoces a Bells? – Félix preguntó. Hice una mueca de asco a Jacob.
- Sí, somos viejos amigos – vino por detrás, rodeó mi cintura con sus brazotes y me besó en la mejilla. Me estremecí y vi como Edward se volvía loco de la ira.
- Mantén tus manos lejos de Bella, Chucho – Edward lo amenazó. Jacob me pegó más contra su cuerpo, provocando que la piel se me pusiera de gallina. Estaba súper enojada con Edward por su actitud de controlador. Decidí intervenir.
- ¿Y qué si no quiero que me suelte? – mi comentario lo tomó de sorpresa. Me miró como a una desconocida.
- Bella, es un niño.
- Disculpa, ¿tú cuántos años tienes?
- Dieciocho.
- ¿Y cuánto piensas que tengo yo chupasangre?
- Por tus actitudes, pues te daría diez años…
- Quiero ver si dices lo mismo cuando…
- ¡BASTA! –logré que ambos dejaran de agredirse. – Edward, ven conmigo por favor. – Lo tomé de la mano y lo llevé a un rincón del Pub.
- ¿Cuál es tu problema? – pregunté, totalmente confundida. Él me arrinconó contra una pared. Mierda.
- ¿No te has dado cuenta acaso Bella? Él no te merece…sólo míralo.
- ¿Qué miré qué? ¿Cómo sabes que no me conviene? Además es mi amigo desde hace mucho tiempo…
- Es evidente que tiene otras intenciones más que ser tu amigo…
- Pues bienvenidas sean sus intenciones – su cara mostraba desconcierto. – No tengo absolutamente nada que perder. ¿Acaso vas a conseguirme tú a mi príncipe azul? – rogué porque no consiguiera descifrar el mensaje oculto de mis palabras.
- Yo…
- No, tú no lo harás. Déjame a mí encontrarlo, entonces.
- Isabella, ambos sabemos que él no es lo que buscas…
¡PÚDRETE! – lo empujé y caminé en dirección a mis amigos. - ¡Y NO ME DIGAS ISABELLA!
- Bella…-gritó por encima de la música.
- ¡NO QUIERO HABLAR CONTIGO! – seguí caminando sin siquiera voltear. Llegué hasta donde estaba el resto del grupo. Me miraban desconcertados.
- Jacob, ¿me llevas a casa? – pregunté.
- ¿Estás bien?
- Lo estoy. –mentí.
- Pero Bella…-Alice intentó hablar.
- No te preocupes, me dejará en tu casa.
- De acuerdo, adiós chicos. – Alice nos saludó.
- Nos vemos – Jake saludó a todos amigablemente.
Salimos de la disco y nos subimos a su Volkswagen. Tuve que explicarle el camino a la mansión Cullen. Gracias a Dios conocía la zona como la palma de su mano.
De repente, mi móvil sonó haciendo que pegara un salto. Un mensaje de texto de Alice.
¿Sigues pensando que mis visiones son pura mierda? Ja ja. Acaba de llamarme Esme, fueron al Casino con papá, así que no volverán hasta mañana, decidieron quedarse en un hotel en Port Ángeles. Espéranos con Jacob en la puerta, llegaremos en media hora.
- Una casa muy modesta – rió Jacob, aún boquiabierto por el imponente paisaje.
- Tengo que esperar a que los chicos lleguen en media hora, si tienes que irte, esperaré en el hall, no te preocupes – dije cuando detuvo el auto.
- ¿Estás loca? Me quedaré contigo.
Comenzamos a hablar sobre nuestras familias, nos pusimos al corriente. Hacía mucho tiempo realmente que no nos veíamos. Ya casi se había cumplido la hora cuando…
- Así que dime…te gusta el homosexual, ¿verdad?
- ¿Qué?
- Vamos Bells… noto como lo miras, todo lo que hace en cierto modo te afecta. Incluso puedo sentir el odio reprimido que le tienes a Félix – soltó una carcajada.
- Yo… -me había quedado sin palabras.
- No te preocupes, en serio. No hace falta que expliques nada.
- Es todo platónico, créeme. No es el hombre de mi vida – enfaticé la palabra hombre, haciendo que Jacob explotara en risas.
- Bien, te creo. – respondió finalmente.
Sin embargo, sabía que todo lo que estaba diciendo era mentira. Edward definitivamente era mi príncipe azul, el amor de mi vida, la única persona que quería a futuro. Sabía que sería imposible estar con él, así que… ¿por qué no intentar con alguien más? ¿Quién sabe? Había decidido rehacer mi vida y renunciar al plan. Me merecía una segunda oportunidad. Quizás Jacob… una bocina me distrajo de mis pensamientos. Alice, Emmett y Edward estaban de vuelta.
- Puedes ir en paz…
- Ha sido un placer quedarme contigo, nos vemos pronto, Bells.
- Seguro – bajé del auto y me dirigí a la entrada.
- Por cierto, Bells… -me volteé para encontrarme con Jacob. -…me gustaría verte más seguido… - vi que Edward, quien estaba abriendo la puerta, lo fulminó con la mirada.
- Prometo agregarte a mi cuenta de Facebook mañana por la tarde.
- Es un trato – sacó la lengua. – Nos vemos. – Aceleró el coche y yo me quedé allí, como tonta, observando como su auto se perdía en la noche.
- ¡Alguien está enamorado! – Emmett y Alice canturrearon en mi oído. Edward pegó un portazo.
- Cierren ambos el pico – reí y me ruboricé.
Entramos a la casa, y fui directamente al cuarto de huéspedes, donde solía alojarme casi siempre. Incluso había algo de ropa y cosas mías en los cajones. Era mi segunda habitación. Fui a mi baño principal, me quité el vestido, el maquillaje, peiné mi pelo en una coleta y me puse un camisón de encaje que Alice siempre guardaba allí para mí. Estaba a punto de zambullirme en la cama, cuando alguien tocó la puerta.
- Bella, ¿estás ahí? – genial, lo que me faltaba. – Bella, lo siento, por favor abre la puerta.
- No quiero hablar contigo Edward, así que te conviene mover ese culo flaco de la puerta y dejarme en paz.
- Belli, por favor.
- Nada de Belli, Edward, puta madre. Estoy cansada, ¿no lo entiendes? Vete a tu cuarto y déjame en paz.
- De acuerdo, buenas noches – pude oír su voz de resignación a través de la madera.
- Buenas noches para ti también, Edward.
Me metí en la cama y apagué las luces. Sabía que no podría dormirme, había demasiadas preguntas en mi cabeza. Edward sí que estaba raro. Otra noche en vela gracias al afeminado de mi amigo. Otra noche en vela gracias al amor de mi existencia… ¿tendría que tomar sedante para caballos para tener un buen sueño acaso?
No hay comentarios:
Publicar un comentario