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octubre 13, 2010

Your Gay Friend: Chapter 8


CAPÍTULO 8 : Alcohol: Causa y Solución a Todos mis Problemas

- Edward – la voz de Bella se escuchó del otro lado del móvil después del segundo tono.

- Hola amor – saludé enfocado en no parecer cabreado.

- ¡Gracias a Dios que llamaste! Tengo algo muy importante que decirte – gritó con cierto tono nervioso.

- Dispara – reí por lo bajo, no muy feliz.

- Esto…no puedo contarlo por teléfono – sin siquiera verlo, sabía que se estaba ruborizando. No pude evitar esbozar una sonrisa.

- ¿Quieres que vaya ahora a tu casa?

- En realidad, estoy algo ocupada ahora, pero mis padres van a estar una semana más afuera. Estaba pensando en una fiesta de pijamas a lo Edward-Bella, ¿te apuntas? ¿O tienes algo más para hacer?

- Me parece estupenda la idea – además, no tenía nada más que hacer, y la necesitaba. Necesitaba descargar toda esta ira que me estaba invadiendo. Bella de alguna forma, era mi karma, y me sentía protegido a su lado.

- Genial, te veo en ¿dos horas?

- Allí estaré, princesa. ¿Llevo algo de comida chatarra?

- No. ¿Te sobró algo de whisky del mes pasado? – rió pícaramente.

- ¿Bella Swan quiere emborracharse? –evadí su pregunta.

- Para nada… sólo quiero…celebrar.

- ¿Y qué es lo que celebramos?

- Ya te enteraras. Por cierto, ¿para qué me llamaste? Olvidé que eras tú el que me necesitaba…-una ola de culpa invadió su voz.

- No te preocupes, cuando llegue te cuento. Nos vemos.

- Te espero.

Sin más, colgué el teléfono y me dirigí a mi casa. Por algún extraño motivo, estaba entusiasmado por la noche que me esperaba. A pesar de eso, no podía dejar de sentir una ola de culpa a raíz de mi incidente del sábado pasado. Todavía no entendía que le había sucedido a mi "amiguito". Hasta donde yo recordaba, nunca el pequeño Edward había hecho reverencia al cuerpo de una chica. O sí, pero hacía mucho tiempo de eso. Tampoco podía dar una explicación a mi furia el día que Bella comenzó a hablar con Jacob, o cuando se besaron en la playa. Algo no estaba para nada bien. No sé si realmente estaba dudando de mi sexualidad o no, pero prefería hacer oídos sordos a aquella situación y dejar que todo volviera a la normalidad.

A simple vista, no había nadie en casa. Giré las llaves y nadie se movió. Las luces de la sala y de la cocina estaban apagadas y en el segundo piso sólo se veía encendida la lámpara que siempre dejamos para que la casa no quede en penumbras.

Subí las escaleras casi arrastrando los pies. Estaba bastante agotado, y probablemente y después de una ducha, tomaría una pequeña siesta, pues no iba dormir mucho que digamos en casa de Bella. Su cama era pequeña y no vas a descansar mucho teniéndola tan cerca. Borré ese comentario de mi mente y seguí avanzando por la casa.

Estaba por entrar al baño, cuando un aullido agudo me sobresaltó.

- Alice, ¿qué te dije de follar en plena tarde? – grité mientras abría las puerta de su habitación de par en par, quedando ante mis ojos, la escena esperada. – Oh, Dios, eso es asqueroso.

- ¡VETE! – gritó Alice, creo yo, poseída por el diablo.- ¡YO NO TENGO LA CULPA SI ERES TAN MARICA QUE NI SIQUIERA TE DEJAS FOLLAR POR TU NOVIO!

- ¿Qué demonios sabes tú? – dije, intentando evadir su acusación. Tenía razón, pero no iba a dejar que me ganara.

- ¡Pues lo sé! ¡Tu maldito culo sigue siendo virgen porque realmente no necesitas eso!

- ¡Cállate y concéntrate en lo que estás haciendo! – grité furioso y cerrando la puerta, incó enana amaba molestarme.

- ¡Voy a decirle a Bella que te cabalgue como a una Pura Sangre! - Una risa histérica salió de lo más profundo de mi alma. Genial, lo que faltaba.

Saqué los auriculares del cajón de mi mesa de noche, los conecté al Ipod y me recosté en el sofá de mi habitación para echarme un sueñito.

Eran pasadas las nueve cuando me desperté. Tomé una ducha para activarme, y salí pitando por la puerta principal mientras destrababa el coche. Me di cuenta que me olvidaba todo, en el momento que subí. Salí corriendo y entré devuelta a la casa. Arriba de los sillones, había un bolso con una nota.

"Aunque seas un maldito e interrumpas todo, tu hermana la más hermosa, te preparó tu ropa".

Allie

P.D.: El Whisky está en el bar de papá. Tú tienes las llaves de su oficina. Te aconsejaría que no te lo olvides…

¿Cómo sabía ella eso? No tenía tiempo de averiguarlo. Tomé el whisky con cuidado, lo metí en mi mochila, y marqué el número de Bella una vez que puse el motor en marcha. No me atendió. Aceleré un poco más preocupado, pues sinceramente parecía que siempre llevara su celular adherido al cuerpo y era casi imposible que lo dejara sonar más de una vez.

Toqué el timbre, una vez que aparqué, intentando que las cosas no se me resbalaran de las manos.

- ¡Ya voy!-gritó desde el piso de arriba, mientras sacaba su cabeza por la ventana con una toalla envolviendo su pelo. Suspiré aliviado.

- Tómate tu tiempo

Supe al escuchar como uno de los últimos escalones rechinaba, que Bella estaba cerca de la puerta. Lo que jamás me esperé fue verla así.

Abrió la puerta y me sentí desfallecer. Tocaba su pelo mojado y desordenado mientras lo secaba con una toalla. Tenía puesto solamente un sweater de hombre que apenas le tapaba los muslos. La inspeccioné de pies a cabeza, inconcientemente provocando su sonrojo.

- ¿De quién es ese sweater? – me salí por la tangente mientras la abrazaba, pegándola a mi cuerpo. Su pelo olía increíblemente a fresas.

- Jacob me lo prestó en la playa cuando volvíamos, y me olvidé de dárselo, aún no entiendo como puedo llegar a tener tanto frío, ya me había prestado de antemano una campera de cuero… – se ruborizó. – Ey, ¿trajiste lo que te pedí? – se mordió el dedo índice mientras me mostraba una sonrisa pícara. Demonios, no hagas eso.

- No – bromeé mientras alzaba la botella ante sus ojos.

- Eres el mejor – corrió y me abrazó, mientras me besaba el cuello. - ¿Cenaste ya?

- No, no realmente.

- Eso pensé – me dio una indicación, y caminé hacia la cocina. Había comprado pizza y Coca-Cola. Sin decir más, nos sentamos y comenzamos a comer en silencio. Ambos éramos glotones por naturaleza, y odiábamos hablar en medio de las comidas, por lo tanto, sólo nos dedicamos a tragar. De vez en cuando intercambiábamos miradas, para luego reír. No tardamos mucho más de veinte minutos en cenar, y como era comida de delivery, no ensuciamos cubiertos ni vajilla, por ende no tuvimos que lavar nada.

- Vamos para arriba. Trae esas dos copas. –señaló la mesa ratona de la sala - ¿Vas a dormir conmigo o tengo que sacar el colchón de debajo de mi cama? – preguntó mientras terminaba de acondicionar la planta baja y cerraba la puerta principal con llave.

- Como tú prefieras.

- Bien, no tengo ganas de sacar el colchón. Pesa. – rió por lo bajo y comenzó a subir la escalera en puntillas, aunque fue inevitable que volviera a hacer ruido en el escalón flojo. Seguí sus pasos y una vez arriba, tiré mi mochila sobre la vieja mecedora que Bella tiene al lado de su cama.

- ¿Vas a tardar mucho más en contarme qué ocurre? – finalmente pregunté, con una sonrisa.

- Vas a matarme – noté como su cara se ponía azul y comenzaba a reír histéricamente.

- Eso depende – enarqué una ceja.

- Hoy cuando me llamaste…estaba con Jacob. – esperó que yo respondiera algo, pero sólo me limité a asentir con la cabeza. – Pues, estábamos en la playa y una cosa llevó a la otra y…

- ¿TE ACOSTASTE CON ÉL? – la miré, horrorizado y muerto de celos, ¿qué demonios me estaba pasando?

- No, tranquilízate – Bella explotó en carcajadas. – Sólo nos besamos, ¿de acuerdo?, pero me dijo que…a pesar de conocerme tan poco… me quiere. Siempre le he gustado, desde pequeños. Y hemos decidido empezar a salir.

- Te felicito – la abracé fuerte contra mi pecho y reí falsamente. No podía creer que esto me estuviera afectando. De acuerdo, las cosas con Félix no estaban para nada bien… pero tampoco estaba bien que confundiera el afecto de mi amiga con amor.

- Ed… ¡me estás asfixiando!

- Lo siento – la volví a dejar en su lugar.

- Muy bien Edward Cullen, he intentado hacer que todo está bien pero no puedo soportarlo más. Estás hecho un puto zombie desde que llegaste, incluso ahora festejas que esté con Black… ¿vas a decirme que te ocurre? – su ceño se frunció de repente. Lucía encantadora.

- Félix va a verse con Demetri esta noche. Él volvió de vacaciones y lo llamó porque lo extraña. No sé que demonios pensar, sabes que somos muy liberales en cuanto a la relación, pero tengo el presentimiento que él va a engañarme.

- Edward, Félix te quiere – me dedicó una sonrisa amarga. – No creo que te engañe, pero Demetri fue una etapa muy importante en su vida, y si las cosas no estaban del todo terminadas, tal vez sea momento de cerrarlas o ver que ocurre. No deberías preocuparte.

- Lo sé, pero todo terminó en una discusión, lo mandé a la mierda y él a mí, y tal vez por despecho él…

- ¿Tú lo amas, Edward? – su pregunta me pilló con la guardia baja.

- No – agaché la cabeza. – Ella puso su mano en mi hombro y me obligó a mirarla.

- De acuerdo, no me esperaba esa respuesta, pero entonces lo quieres, y mucho. Si realmente se pertenecen, van a estar juntos y felices. Sólo dale algo de tiempo a él también. No quiero verte mal. – Me tomó de la cintura y empezó a hacerme cosquillas, no pude evitar reír.

- Te amo – le dije seriamente mirándola a los ojos. La realidad de mis palabras me abrumó. ¿Qué tan cierto era lo que le estaba diciendo? Esta vez preferí tomarla yo por la cintura y comencé con las cosquillas.

- ¡Ya para! ¡Yo también te amo! – rió debajo de mí. La liberé y fue corriendo a buscar las copas y la botella de whisky. Una vez que se sentó nuevamente a mi lado, comenzó a servir la bebida. – Nos une esta botella – la besó riendo. – Yo, celebro, tú ahogas penas, pero al fin y al cabo, ambos recurrimos a ella. Comenzó a bailar y a dar vueltas.

- ¿Ya estás ebria? Sabía que habías puesto algo en la Coca- Cola.

- Cierra el pico – reía mientras tomaba un sorbo de alcohol.

- Bien… tengo un juego que quiero jugar, y te aseguro: va a encantarte.

- Tus deseos son órdenes – hizo una reverencia, mientras sacaba la lengua.

- Bien, jugaremos al "Teléfono descompuesto". Tú dices una palabra y yo la sigo, mientras vamos formando una oración, el primero que pierde el hilo debe hacer fondo blanco y contar algo íntimo. Necesito reírme un poco...

- Edward, ya sabemos todo el uno del otro…

- No importa, esa es la idea del juego.

- De acuerdo. Yo empiezo: Me…

- Me gusta…

- Me gusta que…

- Me gusta que me…

- Me gusta que me follen… – Bella comenzó a reír.

- Me gusta que me follen mientras…

- Me gusta que me follen mientras miro…

- Me gusta que me follen mientras miro un…

- Me gusta que me follen mientras miro un programa…

- Me gusta que me follen mientras miro un programa de…

- Me gusta que me follen mientras miro… mi programa de… asignaturas…

- ¡Perdiste! – hice señas con el dedo para que tome de su vaso. Se lo terminó sin rechistar. Ahora vas a contestar mi pregunta.

- Dispara.

- ¿Has tenido algún sueño mojado con el perro?

- No voy a contestar eso – se ruborizó.

- Entonces tienes que tomarte otro vaso. – Para mi sorpresa, lo hizo con gusto. Noté que comenzaba a marearse. No estaba para nada acostumbrada a beber – De acuerdo, no voy a dejar que lo hagas sola. – Tomé mi vaso y comencé a beber mientras observaba de reojo como Bella reía.

- Te toca a ti. – dijo mientras un pequeño eructo se escapó de su boca. Se tapó, azul de vergüenza.

- Tu…

- Tu culo… -sí, definitivamente Bella estaba casi ebria.

- Tu culo tiene…

- Tu culo tiene un…

- Tu culo tiene un muy…

- Tu culo tiene un muy gran…

- Tu culo tiene un muy gran lunar…

- Tu culo tiene un muy gran lunar que…

- Tu culo tiene un muy gran lunar que hace…

- Tu culo tiene un muy gran lunar que hace que…

- Tu culo tiene un muy gran lunar que hace que las…

- Tu culo tiene un muy gran lunar que hace que las chicas…

- Tu culo tiene un muy gran lunar que hace… a las chicas suspirar.

- PERDEDOR – gritó Bella mientras se paraba en la cama y comenzaba a saltar.

- Estamos empatados – la desafié parándome en la cama con ella, luego de tomar el vaso completo de whisky. Todo alrededor me daba vuelta.

- A-ahora vien-n-n-ne la pregunta – rió mientras hipaba.

- Dis-s-s-para – imité su frase de minutos antes.

- ¿Cuántas veces has tenido sexo con Félix?

- ¿Qué tipo de sexo?

- Anal, id-d-diota – rió, hipando nuevamente.

- ¿I-io a él, o él-l a mi? – aún ebrio, intentaba evadir la pregunta.

- Los-s-s dos-s.

- Yo a él un par de veces. Él a mí ¡NUNCA! –reí. Era la pura verdad, pero no pude evitar sentirme avergonzado, y más por la forma en que lo dije.

- ¡Tienes el culo virgen! – Bella comenzó a gritar.

- ¡C-c-cállate! – grité aún más fuerte.

- ¡V-v-v-vamos a bailar Cullen! – salió corriendo hasta su reproductor y puso un CD de Panic at the Disco. Uno de los temas preferidos de mi hermana – Mentir es lo más divertido que una chica puede hacer sin quitarse la ropa - comenzó a sonar, y no pude evitar cantar.

- Is it still me that makes you sweat?

- Am I who you think about in bed? – cantaba levantándose un poco el sweater, se mordía el labio, mientras me miraba con ¿deseo? Mi pantalón comenzó a apretarme un poco. Aquí vamos otra vez. La canción siguió pasando y Bella comenzó a dar vueltas en su propio eje. Yo solo reía, no podría ayudarla mucho si se caía. – ¡Let's get these teen hearts beating, FASTER, FASTER! – Corrió en mi dirección y cayó en mis brazos aún riendo. Al tener mi rostro tan cerca, se ruborizó y se mordió otra vez el labio inferior.

- No hagas-s-s-s eso, Be-e-ella. – comencé a hipar.

- ¿Hacer qué? – me miró de una forma jodidamente sexy y no pude contenerme más. Tomé su rostro y la atraje aún más cerca. Le estampé un beso cargado de lujuria mientras mi lengua intentaba entrar en su boca, desesperadamente. Sus ojos se llenaron de sorpresa, pero me devolvió el beso de una forma poco creíble. Sin decir más, se subió a horcajadas mío, lo que provocó que se despertara el animal – esta vez, heterosexual- que llevaba dentro.

- Bella – su nombre se escapó en un gemido. En ese momento se separó de mí…

- E-s-s-s-to no está bien. – tenía toda la razón. Ella era mi amiga y esto era un error. La solté, para que pudiera bajarse.

- Lo sé - la miré, apenado.

- No me interesa – esta vez, ella fue quien se pegó más violentamente a mí y me beso con pasión. Volvió a sentarse a horcajadas mía y dejó mi boca para enfocarse en mi cuello. Besó cada parte de él, provocando que mi erección siguiera creciendo.

- Bella…- cortó mis gemidos con otro apasionado besó y comenzó a tironear de mi camisa. La ayudé y en cuestión de un segundo, mi torso quedó desnudo. Comenzó a besar mi pecho con desesperación. La tomé por los hombros, y la miré fijo a los ojos, pidiéndole permiso. Ella entendió y asintió con la cabeza. Tomé el sweater que comenzaba en sus muslos y tiré de él, hasta dejarla solamente en su sostén deportivo y sus calzones color púrpura, que no eran ni de encaje ni nada parecido, pero de alguna extraña manera me hacían excitar aún más.

El cuerpo de Bella era perfecto. No era ese cuerpo escultural de modelo, de piernas demasiado flacas, pechos exuberantes y abdomen marcado, pero era ideal, para mí. No podía imaginar a otra mujer en ropa interior más hermosa que quien tenía sobre mí. Luego de mirarla por unos segundos, la acuné en mis brazos y seguí besándola lentamente. Mis manos viajaban por su espalda, dejando caricias en cada milímetro posible. Tomé el broche de su sostén y lo desabroché con cuidado, mientras corría las tiras a un costado. Comencé a besar sus hombros, para luego concentrarme en sus formados pechos, mientras sentía como sus manos viajaban ahora al cierre de mis jeans. Me levanté, aún tambaleando de la cama, y sus piernas se enredaron en mi cintura, provocando fricción entre nuestros sexos. Ambos gemimos al unísono. La separé de mí y la recosté en la cama, admirando por primera vez su cuerpo completo. Me mordí el labio inferior, y eso pareció excitarla aún más, pues tomó mi nuca y me atrajo con fiereza nuevamente hacia su boca, haciendo que nuestras lenguas se volvieran a encontrar. Terminó de desabrochar mis jeans, y me los quité, tirándolos vaya uno a saber donde. Sin esperar más, Bella sacó mi miembro de mis bóxers y comenzó a masturbarme. El placer que me estaba generando era indescriptible.

- Bella, quiero tocarte – dije con voz ronca, desesperada.

- Por favor, hazlo – respondió con una voz aún más sexy que la normal. Con un movimiento rápido y preciso arranqué literalmente sus calzones. - Eran unos de mis preferidos – me mostró una mueca triste, y luego sorpresivamente rió. – Mentira. – le mostré una sonrisa boba y descendí mis dedos hasta su clítoris, el cual comencé a masajear. Luego metí dos dedos en su centro.

- Bella, estás increíblemente empapada.

- Oh no, no, no, no. – soltó mi miembro y sujetó su cabeza con las dos manos. – Nada de hablar sucio Cullen – hipó. – Me hace recordar al asquero-o-o-o-o-s-s-s-so de Newton.

- Yo no soy él – respondí entre jadeos y algo molesto.

- Por eso mismo – volvió a concentrar sus manos en mi miembro, mientras yo no paraba de acariciarla. – Tú no eres él. - Me besó, otra vez, sólo que con mucha ternura. Continuamos con nuestro juego, pero la velocidad de nuestras manos iba aumentando progresivamente, según nuestra necesidad. Cuando sentí que no podía más, me dejé ir, sintiendo también como Bella se retorcía debajo de mí y no decía nada cuando acababa en su mano.

- Creo que sería mejor que te limpiaras – le aconsejé, mirándola tiernamente.

- Tienes razón – inesperadamente, acercó su mano a su boca y la limpió…con su lengua. Pude sentir como empezaba a ponerme duro de nuevo.

- Listo –mostró una sonrisa de suficiencia mientras volvía a besar mi clavícula. Sabía que había llegado el momento tan esperado cuando levantó otra vez su cabeza. – Edward…te necesito…

- Voy…iré a buscar un condón.

- No hace falta…me cuido. – comenzó a sonrojarse y luego rió.

- ¿Desde cuando?

- Desde siempre…uno nunca sabe que puede pasar.

- Eres increíble. – saqué mis bóxer y me coloqué nuevamente sobre ella, mientras sentía como iba separando sus piernas para darme mayor acceso. Comencé a rozar mi pene contra su vagina una y otra vez, hasta que me rendí. - ¿Estás segura?

- Demasiado – Sin más, comencé a entrar en ella. Primero lo hice despacio, mientras sentía como mi miembro se envolvía en su cálido y estrecho centro. Finalmente, las embestidas comenzaron a adquirir cierta rudeza.

- Bella – gemía mientras depositaba besos por toda su cara, su cuello y su pecho.

- Más rápido, Edward. – gritaba Bella, presa de una pasión desmedida que me puso a mil. Hice lo que me pidió, por necesidad propia también. Las embestidas se tornaron desesperadas mientras podía sentir como las primeras estocadas del orgasmo invadían mi cuerpo. Ella tomó mis nalgas y me apretó más contra ella, con furia. – Dios Edward, no pares…

- Bella…-me dejé ir, gritando su nombre con pasión y descaro. Ella era mi mejor amiga, pero se había transformado en ese momento, en una aún mejor amante. Pude sentir como se vino segundos después de mi, lo que la dejó exhausta y con la respiración entrecortada. Salí de arriba, me coloqué a un costado, y besándola, apoyé su cabeza en mi pecho, mientras notaba como su espalda descubierta sudaba. La besé una vez más, para luego acariciarle la frente. – Descansa pequeña.

Sin decir nada, Bella se desmayó prácticamente, cinco minutos después. Creo que estaba bastante ebria, de verdad. Yo en cambio, me había vuelto víctima del insomnio, cuando en realidad tendría que estar desplomado y roncando, después de lo que acababa de ocurrir. La cabeza seguía dándome vueltas, aunque ahora comenzaba a molestarme. No podía caer en la cuenta de lo que acababa de suceder. Había tenido sexo con mi mejor amiga, y borracho. Y teniendo novio. – Edward Cullen eres un estupendo idiota – hablé en voz baja, para no despertar al ángel que sostenía entre mis brazos. No podía creer como me había aprovechado de ella, y ella de mí.

Intentaba sacar esas ideas de mi cabeza y enfocarme en otra cosa. Cerraba de vez en cuando los ojos, porque necesitaba sinceramente dormir, pero mi subconsciente no me lo permitía. Me estaba carcomiendo la cabeza segundo tras segundo, aunque, vaya uno a saber por qué, no estaba arrepentido. Había vivido una de las mejores experiencias de mi vida. Tal vez lo mejor sería irme a casa, dejaría a Bella en paz y entendería si ella lo consideraba un error y no quería volver a verme. Comencé a sacar mi cuerpo de la cama, aún un poco mareado.

- Edward – mierda, había despertado a Bella. La miré, pero ella aún tenía los ojos cerrados.

- ¿Qué ocurre amor? –pregunté, cauteloso.

- Edward…- Bella volvió a susurrar. Allí lo comprobé: estaba hablando otra vez en sueños. – Edward… no te vayas.

- No me voy a ir – susurré en su oído, mientras miraba su cabello, que caía en cascada por su espalda desnuda y algunos mechones rozaban sus mejillas. Era perfecta. Tomé un mechón rojizo y lo puse detrás de su oreja mientras me volvía a posicionar como antes a su lado.

- Edward…hazme tuya. – Mierda, esto se ponía feo…

- Duerme Bella…

- Edward… no te vayas- volvió a repetir. – Quiero whisky. – No pude evitar reír por su comentario.

- No tomarás más por unos días… -hablaba para mí mismo, respondiendo sus preguntas.

- Félix, Edward no es gay…se acuesta conmigo – la conversación con la somnolienta Bella se ponía algo incómoda. – Déjalo en paz…TE AMO EDWARD…

Esas palabras me pillaron desprevenido, pues sabía el sentido exacto de ellas.

Carajo, tal vez siempre lo supe y estuve ciego. Que fuese homosexual no significaba que las mujeres me vieran como si tuviera pollera y tacones. Más allá de ello… lo de Bella no podía ser simple atracción física. De acuerdo, sabía que era atractivo, pero las mujeres me huían bastante seguido desde que salí del closet. Bella siempre se quedó a mi lado, siempre me escuchó y me dio su hombro para llorar. ¿Estaba ella enamorada de mí profundamente y por eso se había quedado cerca mío todo este tiempo? ¿Era realmente ella quien sufría por mí mientras me veía besarme con otro hombre? Me dolió a mí de sólo pensar que ella la estaba pasando mal por mi culpa. Pero me albergó la felicidad y esperanza de que ella sintiera eso. Y ahí caí en la conclusión. Luego de lo que ocurrió un rato antes, me di cuenta del sentimiento que estuvo ahí, siempre, oculto. Amaba a Isabella Swan. Ella era mi mejor amiga, mi compañera, y ahora, la veía como mujer. El rostro de Félix se borró en el instante en que Bella comenzó a besarme, y ya había salido lejos de mi mente para cuando estaba encima de ella haciéndola mía. Supe perfectamente a quien elegiría de tener que hacerlo, aunque no sabía exactamente que esperar, de nada. Me recosté, boca arriba y cerré mis ojos. Cuando volví a abrirlos, noté como la luz del sol entraba por la ventana. La noche se había ido. Al enfocarme en mi costado, noté que ella también, aunque mi camisa no estaba por ningún lado. Tonto de mí el pensar que no recordaría nada de lo ocurrido al día siguiente. Sentí el ruido de la puerta de la cocina, por lo que bajé inmediatamente aunque despacio, para no asustar a Bella.

- Te despertaste… – la voz de Bella, quien se encontraba de espaldas a mí, se oyó cuando pisé el escalón flojo. Llevaba mi camisa, la cual le quedaba demasiado sexy. Un olor extraño invadió la habitación.

- Ven…susurró despacio.

De acuerdo Edward, relájate.

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