
CAPÍTULO 2 : Mi felicidad
Edward's POV
Aparte de recibir las miradas y comentarios furtivos de los metidos de mis compañeros de preparatoria, el día transcurría normal. Había estado escuchando las maldiciones de Alice todo el puto fin de semana por no haberse quedado en casa de Jasper follando como comadrejas, así que intentaba permanecer del mejor humor posible ahora que Bella estaba a mi lado en el pasillo y no tenía la voz chillona de mi hermana constantemente en mi oído. Ella era, en pocas palabras, el aire que necesitaba para respirar. Era mi mejor amiga y supe desde el primer momento en que la vi, que estaríamos unidos para siempre. Fue una de las pocas personas que me entendió y se quedó a mi lado en toda circunstancia.
Antes de aceptar mi homosexualidad, era una de las personas más populares en la escuela. Pertenecía al club de teatro y de piano, pero en vez de esto molestar a las adolescentes inundadas por las hormonas, pareció encantarles. Yo sin embargo, jamás me sentí atraído ni preocupado por ninguna. Sólo, por Bella. Nos conocíamos de toda la vida, ella había sido amiga de mi hermana desde los doce años y bueno, creo que por eso ella es especial. No es una golfa, ni una mentirosa como el resto de las jóvenes de Forks. No se maquilla como una puerta ni viste provocativa. Ella sólo es Bella, con su pelo castaño al natural, sus ojos chocolate que te hacen derretirte y su forma tan simple de vestirse. Por eso me ponía de los nervios ver que sufría por cómo me juzgaban a mí, me parecía totalmente injusto que ella tuviera que padecerlo si ni siquiera a mí me importaba. Ella se preocupaba por mí exageradamente. Ya había sufrido bastante por ella misma el año pasado por el tonto de Newton, así que cuando vi como se acercaba a ella con malas intenciones durante la hora de biología, supe era momento de interferir. Le propiné un puñetazo que recordaría por unos cuantos días. Casi llora, el muy "macho". Gracias a Dios a Bella ya no le afectaba su vida en lo más mínimo. Creo que estaría riendo si mañana viniera y le contara que lo había arrojado por un décimo piso.
A pesar de lo indispensable que era Bella para mí, con sus sonrojos y su torpeza, alguien más, además de mi familia y mis amigos, ocupaba mi corazón.
Conocí a Félix hacía un poco más de cinco meses. Se corría el rumor sobre su condición sexual también, pero no era confirmado. Nunca fui una persona de arriesgarme realmente, pero no dudé en hablar con él, durante su primer ensayo conmigo en teatro.
Edward, tú vas a encargarte de ayudar a Félix con sus expresiones mientras armamos la escenografía, ¿te parece? – agradecí para mis adentros a la Srta. Cope.
Sin problemas, profesora – asentí. – Ven Félix, tengo los guiones en los locker, ¿podrías ayudarme?
Desde luego – se acercó y fuimos directo al pasillo. Caminamos hasta llegar al casillero número 37, el mío. Arriba estaba el de Bella, pero no lo necesitaría esta vez.
Así que… ¿por qué el club de teatro? – pregunté divertido.
Ya debes saberlo – rió mientras recargaba su hombro derecho en los lockers.
Refréscame la memoria. – lo desafié.
Pues, ya sabes, se corren rumores sobre mí, y la verdad, no tengo más ganas de ocultarlos. Tarde o temprano saldrían a la luz.
¿Y qué tiene que ver todo esto con el teatro?
Es algo que siempre quise hacer – sonrió con suficiencia. – Y ahora no tengo ningún tipo de impedimento.
Eso es genial – lo alenté.
Oye – parecía incómodo.
¿Qué ocurre? – pregunté intrigado.
¿Desde cuando sabes… que eres…?
¿Gay? – asintió.- Pues realmente no lo sé – sonreí, mientras me rascaba la nuca, incómodo por la pregunta.- Lo único que recuerdo es haberme sentido bastante raro viendo una foto de Brad Pitt en cueros. No pude dormir por días. – comenzó a reír por lo que le estaba contando.
Vaya…eso si que es raro.
¿Y qué me dices de ti?
Yo lo descubrí el día que me follé a Jessica. Mi amiguito no funcionaba hasta que un anuncio de Calvin Klein apareció en la televisión. No la pasé para nada bien esa noche – comencé a reír a carcajadas. – Creo que en el fondo siempre lo sabes, pero hay algo que detona la bomba tarde o temprano.
Sí, puede que tengas razón respecto a eso…Así que te acostaste con la golfa de Stanley. Eso está muy mal Volturi – reí más fuerte.
¿Qué? ¿Vas a decirme que nunca te tiraste a ninguna de estas zorras? Cuando tu sexualidad no es clara…pueden terminar siendo un buen polvo.
No, no realmente – negué con la cabeza. – Jamás experimenté con ninguna mujer.
¿Ni siquiera un beso? – preguntó extrañado.
Sí, pero sin lengua. – me sonrojé.
¿Y quién fue la afortunada que besó al señor Cullen? – preguntó inesperadamente. ¿Estaba halagándome?
Pues, no te entusiasmes, mi mejor amiga, Bella – respondí con naturalidad.
¿Bella Swan? ¿La "Chica- Tomate"? – preguntó, utilizando el apodo que le poníamos a Bella cuando se sonrojaba.
La misma – reí. - Me pidió que la besara para experimentar antes de besar a Newton – sentí como mi mandíbula se tensó.
Supe que la engañó con Mallory, lo siento.
Sí también yo. Bella no se lo merecía…aunque ahora ya no le importa. Tendrías que haberla visto llorando por las noches. Creí que nunca iban a acabarse sus lágrimas.
Pobrecilla…parece una chica muy especial.
De verdad lo es, deberías conocerla – comencé a alagar a mi amiga.
Pues, puedes presentármela un día de estos.
Cuando gustes.
Dicho esto, volvimos al salón de teatro. A partir de ese día comenzamos a compartir cada vez más cosas, y mis sentimientos por él comenzaron a crecer. Nos veíamos en el almuerzo, las horas de taller y las de filosofía. No sabía realmente que era lo que me estaba pasando, pero nunca había sentido nada igual, o por lo menos jamás me había dado cuenta.
Tres semanas después de nuestra primera charla, Félix me pidió ayuda con su nuevo personaje en la obra. Por supuesto que acepté y fui a su casa un viernes, a la salida del instituto. Su pequeño chalet estaba a diez minutos de mi hogar. Al llegar, preparamos algo de comer, y nos pusimos en acción. Eran las ocho de la noche cuando terminamos, pero nos quedamos hablando.
Así que… ¿has tenido novios? – pregunté. Félix se quedó mudo por un momento, hasta que decidí interrumpir. – No hace falta que me contestes…
No, está bien, tarde o temprano tendría que escupirlo – miró al suelo, avergonzado. –Tuve novio hasta hace tres meses.
Y, ¿Qué ocurrió?
Él terminó de cursar y se fue a la universidad. Dijo que no quería seguir una relación a distancia, y que prefería esperar a que yo también fuera a la Universidad, porque también entraré en Dartmouth el año próximo.
Aguarda - intenté aclarar mi cabeza. – ¿Estudiaba aquí? ¿En Forks?
Sí.
Los únicos que entraron a Dartmouth este año fueron Demetri, Marco y Charlotte.
Sí, técnicamente Demetri no había entrado, su padre tuvo que movilizarse para que lo dejaran matricularse…
¡No me jodas! –grité. – ¿Saliste con Demetri Reynolds?, ¿el capitán del equipo de football? Debes estar bromeando. – aún no salía de mi asombro.
No, no estoy bromeando. Vamos Edward, se notaba a millas que no era heterosexual.
Jamás me lo hubiese imaginado – confesé. – Quiero decir, siempre se la dio de Don Juan, y parecía todo un hombre. Inclusive lo he visto coqueteando con chicas en los pasillos
Farsa.
También lo vi intentando liar con la profesora de economía.
Otra farsa.
Oh, Dios Santo. ¿Hacía Todo eso para ocultarse?
Algo así – mostró una sonrisa torcida, de dolor.
Entiendo si no quieres hablar más del tema, de verdad.
No realmente no me molesta, pero hay algo que me inquieta. Ya hablamos mucho de mí, ¿Qué te parece si me cuentas algo de tu vida?
Lo que quieras – esbocé una sonrisa para hacerlo sentir cómodo.
¿Qué me dices tú de tus novios? – Preguntó, inesperadamente para mí.
Yo…
¿Jamás estuviste con un hombre?- agaché la cabeza, para confirmarle lo que acababa de preguntar. Me sentía un idiota, pero cuando levanté mi rostro, los labios de Félix se posaron en los míos y rápidamente su lengua pidió acceso en mi boca. Nuestro beso se tornó largo y apasionado, hasta que finalmente lo solté, para poder recuperar la respiración. Definitivamente, jamás había sentido algo así.
Lo siento – se avergonzó. – Realmente me gustas Edward, tal vez esto sea muy precipitado, pero…
Ey, yo siento lo mismo. – lo miré y noté como su rostro se llenaba de alegría. – Podemos intentarlo si eso quieres.
Por supuesto que eso quiero, Edward – Y finalmente se inclinó otra vez para besarme.
Así se dieron las cosas, y realmente estaba feliz a su lado. No sé si enamorado es el término correcto, jamás lo estuve anteriormente, pero sí lo quería y muchísimo. Bella también lo había aceptado, así que nada podía estar saliendo mejor
Fue por eso, que mi alegría aumentó cuando sonó mi móvil en pleno almuerzo. Félix estaba afuera, esperándome para saltarse el resto del día conmigo. Acepté feliz, siempre y cuando alguien se encargara de Bella por mí, pues no pensaba abandonarla.
Salí disparado de la cafetería antes de que tocara el timbre, y me escabullí por los pasillos, hasta llegar al aparcamiento. Divisé el Mercedes negro de mi novio y comencé a caminar en dirección a él. Vi como su mano, sosteniendo un cigarrillo, salía de la ventanilla de su asiento. Reí por la posición de sus dedos.
Al fin Cullen – gritó al verme por el retrovisor. Tiró el cigarrillo y puso en marcha el motor.
¿Qué? ¿Me extrañaste? – me incliné para besarlo, a medida que iba subiendo al auto.
Pues la verdad que sí – me tomó por sorpresa, depositando ambas manos en mi rostro y atrayéndome hasta él. Luego beso mis labios, suavemente, pero con necesidad.
Voy a empezar a faltarte más seguido si luego me recibes así – reí. La verdad, y a pesar de bromear, lo entendía perfectamente. No nos mostrábamos nada de afecto en público, y no porque no quisiéramos, sino porque no nos parecía correcto. A pesar de que no nos importaba la opinión de los demás, sabía que era algo incómodo, y sinceramente, ni siquiera las parejas heterosexuales se demostraban mucho afecto, exceptuando a la puta de Alice con Jazz.
No, de verdad no lo hagas – rió. – Y bien, ¿que quieres que hagamos?
Lo que tú quieras.
Estoy teniendo problemas con la bocina – la hizo sonar y no pude evitar explotar en carcajadas al sentir como se oía.
¿Qué demonios le pasa a esto?
No sé, hace unas semanas que está fallando. Sólo tengo un pequeño problema. Mis ahorros no son muchos, y estoy harto de depender del maldito de mi padre
¿Necesitas algo de dinero? Puedo prestártelo…
No, Edward, no es por el dinero, sólo quiero valerme por mi mismo, eso es todo.
¿Y cómo vas a cambiarla entonces, si no tienes dinero?
Hay un mecánico en la reserva de los Quileute. No va a cobrarme mucho.
¿Estás seguro?
Sí, no tiene licencia de mecánico, pero me lo han recomendado, además, sólo es una maldita bocina, no va a hacer explotar el coche.
Entonces, ¿qué estás esperando? Si no te gusta, o necesitas dinero…
Sh – Aceleró el coche, y comenzamos nuestro camino hacia las afueras del pueblo. Pusimos un CD de Coldplay para distraernos y acelerar el viaje, que no era muy placentero, por lo menos para mí. Todo estaba demasiado desierto a nuestro alrededor, y Félix estaba demasiado concentrado en la carretera como para empezar a molestar.
All that noise, all that sound…- comencé a cantar inconcientemente al oír el estribillo de mi canción favorita.
All those places I got found – mi novio me miró y continuó con la canción.
Ojos en la ruta, señor – le ordené. El sólo asintió mientras reía y volvía a concentrarse en manejar correctamente.
Tengo que admitir que cuando escucho mis temas favoritos, los minutos parecen segundos. Ni siquiera sé cuantos árboles y pastos pasamos, hasta que divisé un lugar, desconocido para mis ojos.
La reserva, era sin duda, un lugar histórico y digno de admirar. En el horizonte, se podían ver una infinidad de casas bajas, la mayoría con tejado de madera y paredes rojas, decoradas con una gran variedad de vegetación.
Este lugar es increíble.
La verdad que sí. Tengo unas amigas aquí, así que vengo de vez en cuando a saludarlas. Si quieres podemos ir a verlas primero, y después nos preocuparemos por la bocina.
¿Las conozco? – pregunté al no recordar si alguna vez me había mencionado a sus amigas de La Push.
No, no lo creo. Emily y Leah no son de bajar al pueblo. Prefieren la exclusividad de la reserva.
Ya veo…
Aquí es – señaló hacia la derecha. Me encontré con una casita igual que el resto, solo que más decorada que las demás. Se notaba que vivía una mujer allí.
¡Félix! – una voz chillona vino desde atrás del coche. A nuestras espaldas, dos chicas, ambas bastante flacuchas y altas, con pelo caoba y mirada expectante, saludaban eufóricamente.
¿Ellas son…?
¿Lesbianas? No, no lo son. Son primas segundas o algo así. Son muy unidas, van a casarse juntas.
Guau.
Bajamos del coche, y nos encontramos con las dos jóvenes que se abalanzaron en cuestión de segundos sobre el cuerpo de mi novio.
Eres una zorra – la de pelo largo le daba pequeños puñetazos en la espalda de Félix. – Te hemos estado esperando todo el fin de semana.
Lo siento chicas, estuve algo ocupado – miró en mi dirección.
Al fin te dignas a traerlo – ahora la chica de pelo corto habló, con una sonrisa, y me miró. – Así que tú eres el famoso Edward. Yo soy Emily y ella es Leah.
Mucho gusto chicas – saludé con mi mano, de forma amistosa.
El gusto es nuestro, créeme, este idiota no paró de hablar de ti por meses – vi como mi novio se ruborizaba. - ¿Qué los trae por aquí? –preguntó Leah.
Esto – Félix se acercó al coche e hizo sonar la bocina nuevamente. Emily explotó en risas.
Bien, Sam está en la casa de Jake, le diré que vas para allá.
Muchas gracias cariño, prometo volver en estos días.
Es un trato.
Subimos nuevamente al coche y nos movimos unas 5 cuadras más. Divisé una casa con un garaje al lado, y supe así que encontramos lo que habíamos estado buscando.
Salió de adentro, un joven grande, con casi nada de pelo, y apenas unos jeans rasgados.
Ese es Sam – me explicó. – Es el prometido de Emily y el mejor amigo del mecánico. Allí detrás está Jacob.
Justo detrás de Sam, salió un joven, con el pelo corto color caoba. Estaba bien tonificado y su piel rojiza combinaba perfectamente con sus ojos negros. Llevaba una sudadera negra sin mangas y unas bermudas de Jean. A simple vista parecía problemático. Un joven peligroso. Era guapo, por supuesto, pero no era el tipo de chico que quería cerca de mis amigas, y mucho menos de Bella.
¿Se te ofrece algo? – el chico se acercó y miro a Félix, analizándolo.
¿Eres tú Jacob Black?
¿Se te ofrece algo? – miró con gesto sospechoso, mientras repetía la pregunta.
Soy amigo de Emily y Leah, tuve problemas con mi bocina, y necesito…
¿Cambiarla? – preguntó sonriendo. – No habrá problema con eso siempre y cuando me pagues – amenazó. En ese instante, mis nervios colapsaron.
Tranquilízate muchacho – me metí en la conversación. Noté como Félix me fulminaba con la mirada.
Oh, ¿quién eres tú? ¿Su novio? – Dijo el chico con gesto burlón.
Pues sí, digamos que sí lo soy.
Ya para, Edward – Félix intentó tranquilizarme.
Ey, tranquilo sanguijuela – el chico comenzó a reír. – Los amigos de las chicas son mis amigos. Cambiaré tu bocina, compañero, pero tengo que revisarla.
Bajamos rápidamente para que Jacob pudiera inspeccionar. Ya me caía mal.
Bien, necesitarás una nueva bocina, evidentemente. Puedo comprarla en la semana. ¿Puedes traer el coche el lunes próximo?
¿Tanto vas a hacerlo esperar? – otra vez me sacó de quicio.
YA ES SUFICIENTE. – volvió su mirada al moreno - Seguro Jacob, ¿cuánto va a costarme?
50 dólares, no más – quise insultarlo, pero supe que su precio era razonable, así que me callé. – Lo tendrás listo en menos de una o dos horas. Pueden quedarse por los alrededores si no quieres ir y volver.
Perfecto. Gracias Jacob. Sam, dale saludos a las chicas por mí. – El joven asintió con la cabeza y ambos volvimos a subir al auto.
Adiós, Edward – se burló Jacob. Lo envenené con la mirada y no me gasté en devolverle el saludo.
Comenzamos nuestro camino devuelta, pero esta vez, no puse ningún CD en el reproductor. El ambiente no estaba alegre.
Ese chico necesita modales – finalmente ataqué.
Te preocupas mucho, amor, relájate. El chico es más joven e inmaduro, respira.
Eso no justifica nada. No quiero ni pensar que un tipo así se acerque a Bella.
No creo que sea su tipo…
Realmente no lo sé, simplemente no me gusta. Ella es tan inocente a veces…
Edward, Bella tiene tu edad, es madura e independiente. ¿Vas a comportarte así cada vez que salga a relucir el tema de sus novios? – me miró desconfiado.
Puede que tengas razón… yo sólo quiero…
Protegerla, lo sé, pero ya lo has hecho demasiado, y por eso te ama. Deberías dejarla respirar.
Guau, mira de lo que terminamos charlando.
Nos hemos ido por las ramas.
Sí, lo sé – reí.
Tengo una propuesta para hacerte – cambié de tema, pues no quería seguir discutiendo. No lo soportaba y ya. Además, lo que iba a decirle había estado dándome vueltas en la cabeza por días enteros. Lo había consultado con Emmett y mis padres, y accedieron con alegría. Sólo faltaba decírselo a Alice…la parte más difícil. A pesar de su falsa sonrisa, sabía que no siempre estaba cómoda con mi decisión
Dispara.
Estaba pensando…tal vez, sólo tal vez, quieras venir a cenar a casa este fin de semana.
Sin decirme nada, aparcó el auto en el costado del camino y se giró para mirarme a los ojos.
¿Tú estás seguro de esto? ¿Qué dirán tus padres?
Ellos ya lo saben Félix, sólo falta que te "presente formalmente".
No quiero incomodarte, podemos esperar más tiempo si eso quieres. Sé que todavía no estás seguro con esto de tu…
Mi sexualidad no tiene nada que ver con esto. Hoy estoy contigo, y eso es lo que importa. Así que, ¿qué dices? ¿Te gustaría venir?
Pues, por supuesto que quiero ir – me tomó de las manos y me besó, con ternura. – Te quiero. – susurró finalmente.
Y yo a ti – respondí automáticamente. – Por cierto…
Dime.
¿Te molesta que esté Bella también?
Por supuesto que no. ¿No es ella también de tu familia?
Pues si, mis padres la quieren como a su hija…
Entonces, no se discute.
Gracias.
Volvió a hacer andar el coche, y volvimos a la carretera. Paramos en una gasolinera para recargar el tanque, y Félix aprovechó para pasar al baño y comprarse una nueva cajetilla de cigarrillos. Le pedí que me comprara una a mí también. Me dispuse a encender el último cigarrillo que quedaba en mi atado, cuando supe que había llegado el momento. Tomé mi teléfono del bolsillo trasero de mi pantalón, y fui a la lista de las últimas llamadas. Seleccioné a Alice, y sentí como la conexión.
¿Pasó algo, hermanito?
Ey, Alice.
¿Dónde estás? ¿Por qué me llamas?
Estoy en una gasolinera. Sólo llamo para contarte algo, ahora que Félix fue al baño.
No me impacientes…-Alice parecía ansiosa.
Esto…lo invité a cenar el sábado a casa. Tal vez después podamos salir todos, ya sabes que papá y mamá quieren conocerlo, así que…
¿Tú estás seguro de que eso es lo que quieres? – me interrogó, preocupada.
Si Alice. Sólo dime que estarás allí.
Sabes que lo haré. – suspiró, resignada.
Gracias, y por cierto…no se lo digas a Bella, quiero contárselo yo después e invitarla también a que venga…
Jazz llegó, luego hablamos. Adiós Edward.
Sin decir más, colgó el teléfono. ¿Qué demonios le pasaba? Sonaba…más extraña que lo normal.
Edward, ¿qué ocurre? – Félix me miraba preocupado, mientras observaba como mi cigarro yacía inerte en el piso. – ¿Estás loco? APAGA ESE CIGARRILLO. – reaccioné en ese momento, y lo pisé rápidamente.
Estoy bien. – Asentí, mostrando una sonrisa falsa.
Pasamos el resto de la tarde en su casa, cocinando y jugando con su perro.
No sé que clase de amor era esto, pero no quería perderlo.
Sólo una ruta inesperada podría cambiar mi destino.
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