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octubre 13, 2010

Your Gay Friend: Chapter 9


CAPÍTULO 9 : Escondiéndonos

-Yo…Buenos días Bella – saludé avergonzado.

- Ten – vi como servía una mezcla en un plato hondo. En ese momento se volteó, y pude apreciarla nuevamente de frente. Noté que la estaba mirando con otros ojos. Todo lo que había en ella me volvía loco. Sus piernas, su cintura, sus pechos, su cuello, su pelo, su boca, sus ojos…un momento, ¿estaba ella llorando?

- Es mondongo, receta mexicana de la familia. La preparaba mi abuela.

- Gr-gracias – tartamudeé como un idiota.

- Es para la resaca – agachó la cabeza y rió amargamente. – Creo que ambos la necesitamos.

- OH…ya me encuentro bien Bells, no te preocupes – tomé el plato y me metí una cucharada de la preparación. – Eres increíble, esto está delicioso – la halagué intentando llamar su atención.

Parecía distante e incómoda. Yo también lo estaba, pero no de esa forma. Lo de anoche me había servido para darme cuenta cuanto la amaba, y cuando la necesitaba. Cuando entré en ella, me sentí en casa y totalmente completo, algo que nunca había experimentado con Félix. El fue por así decirlo, mi primer amor, pero tal vez estuviera equivocado. Si fuera tan homosexual como creía, no hubiese tenido sexo con mi mejor amiga, y no me habría dado cuenta que la amaba. Ni siquiera podía entenderme a mi mismo, pero a pesar de eso, me sentía flotando en el aire, a la deriva, como un barco sin brújula, y ella sería el viento. Mi vida ahora giraría a partir de ese ser que siempre me llenó de luz y jamás tuvo la delicadeza de observar.

- ¿Tú estás bien? – le pregunté luego de algunos segundos de silencio.

- Sí, todo está en orden – era terrible mentirosa.

- Bella…

- No quiero hablar de eso. -Volvió a girar y colocó sus manos sobre la mesada. Caminé despacio y la sujeté por los hombros para que me mirara. Sentí mis manos arder al tocarla. Una corriente eléctrica arrasó todo mi cuerpo.

- Sabes que puedes contarme lo que sea.

- Pues, justamente no puedo hablar sobre esto contigo.

- Bells, respecto a lo de anoche…

- ¿Podemos dejar eso para después? Siéntate a terminar el plato – me ordenó malhumorada mientras se ponía azul de la vergüenza.

- De acuerdo.

Me senté y comimos en silencio. Un silencio que me estaba consumiendo lentamente.

Y así pasaron los minutos, que para mí fueron horas completas, mientras no podía dejar de mirarla. De vez en cuando ella alzaba la vista, notaba mis ojos y automáticamente se ruborizaba.

- Eso fue genial – le dije y sonreí una vez que terminé el plato y lo lleve a la encimera.

- Yo lo lavo – Bella insistió.

- No seas tonta Cielo, yo lo hago.

- De acuerdo. Iré a cambiarme.

- ¡No!...quiero decir… esa camisa te sienta bien. De verdad.- hice lo posible para que notara lo que provocaba en mí.

- ¿Hiciste el trabajo de trigonometría? Creo que necesito ayuda con eso. - ¿Qué demonios? Estaba evitándome y era demasiado obvia. Tal vez ella si haya sentido que eso fue un error y prefería que sigamos siendo amigos. ¿Cómo carajo iba a ser amigo de una persona que quería tener en mis brazos y besar todo el tiempo? De todas formas, no quería trastornarla y mucho menos apresurar las cosas. No funcionaba así con Bella. Ella siempre necesitaba su tiempo para todo y yo iba a dárselo.

- Claro, iré a buscarlo arriba. – sonreí y corrí a buscar mi carpeta de actividades.

- ¡Tarán! – grité mientras le mostraba la carpeta, intentando hacerla reír. Para mi sorpresa, largó una gran carcajada.

- Eres tonto.

- Si, de verdad que lo soy – la miré seria, intentando demostrarle que esa respuesta pertenecía a algo más que una broma tonta.

Agachó la cabeza y comenzó a copiar las actividades. De vez en cuando me pedía que le explicara alguno que otro ejercicio, pero realmente no le costaba. Sólo lo estaba haciendo para que el tiempo corra. Genial Edward, vas a tener que idear algo, y pronto.

- Terminé – sonrió mientras cerraba mi carpeta y me la entregaba. – Gracias.

- No hay de qué. Oye…

- ¡Mierda, lo olvidé completamente! Comienza en cinco minutos Resident Evil 2, por favor, veámosla. – Otra vez, escapando. Me había pillado con la guardia baja, ambos éramos fans de aquella Saga de Zombies asesinos.

- De acuerdo, con una condición.

- Eso depende…

- ¿Tienes helado de chocolate?

- Está en el congelador.

- Excelente, comámoslo, esa es mi condición, lo traeré enseguida.

- De acuerdo – se desplomó en el sofá mientras prendía la tele y ponía un canal de películas locales. No estaba mintiendo, en menos de dos segundos pude ver en la pantalla a Proyecto Alice caminar por la ciudad Racoon totalmente deshabitada y destruída.

La película se hizo eterna. Tener a Bella al lado sin poder hacer absolutamente nada estaba poniéndome de los nervios. Ella ni siquiera tuvo el atrevimiento de mirarme de vez e cuando. Sólo metía su cuchara en el frasco de helado y la hacía bailar en su boca. Sonaba cursi y estúpido, pero quería ser una maldita cuchara en ese momento.

La película, además, no era para nada corta y aunque me entretuvo, no me mantuvo del todo ocupado. El pelo de Bella parecía una cortina entre ella y yo. Noté que comenzó a tiritar de frío, y yo también. Ambos estábamos desabrigados, Forks no era un lugar muy adecuado para andar en camiseta o en cueros. Corrí al sillón de al lado a buscar una cobija para ambos. Faltaba alrededor de media hora para que la película termine.

- Ven – la llamé para que se cobije a mi lado debajo de la frazada. Extendí mis manos a modo de bienvenida.

- Estoy bien – asintió mientras seguía temblando.

- Eres terca Bella, ven aquí.

Se acercó cautelosamente y la rodeé con mis brazos. Sentí esa electricidad nuevamente recorrer mi cuerpo. Su cabello olía a fresas, como de costumbre, pero esta vez me quedé totalmente perturbado por su aroma. Era un olor totalmente nuevo ahora para mí.

La película terminó y Bella se separó de mí lo más pronto posible.

- ¿Café? – me ofreció mientras corría prácticamente a la cocina a prepararlo.

- Está bien – asentí, ya un poco harto de esta situación. ¿Iba a dejar de escaparse en algún momento? Me sentía a punto de explotar.

Terminó de preparar el café y se sentó a tomarlo en silencio. Otra vez ese puto silencio que me enloquecía. Gracias a Dios simplemente fueron quince minutos. Cuando ambos terminamos, Bella sacó las tazas de la mesa y las depositó en el lavaplatos.

- Bella…

- ¡Edward tengo un nuevo CD que va a encantarte…!

- ¿VAS A SEGUIR ESQUIVANDO LA SITUACIÓN POR MUCHO TIEMPO MÁS? – Y ahí, exploté.

- ¿Qué demonios estás diciendo? – se atajó.

- Desde que me desperté, no haces más que intentar distraerme y esquivarme Bella, no soy idiota. Tenemos que hablar sobre lo que pasó anoche.

- Te dije que después lo haríamos…

- No, ¡vamos a hacerlo ahora mismo!

- NO QUIERO HABLAR DE LO QUE PASÓ EDWARD. Realmente no hace falta. Además estoy con Jacob ahora…

- Sí, si hace falta. Y ME IMPORTA UN CUERNO QUE ESTÉS CON EL PERRO… Hicimos el amor anoche, ebrios o no, pero lo hicimos.

- Estando ebrios no cuenta…

- ¡Por supuesto que cuenta Bella! Recuerdo todo, ¿tú no?

- …

- Respóndeme.

- Sí, si recuerdo, ¿está bien?

- ¿Acaso te arrepientes?

- Yo…no sé.

- ¿No lo sabes?

- No… - agachó la cabeza.

- Será mejor que me vista y me vaya de una vez – mi conversación había finalizado. Estaba tan cabreado, que tenía que salir de esa casa cuanto antes.

- Tengo que darte tu camisa…- me miró sonrojada.

- Buscaré una en tu armario. – Le di la espalda y empecé a juntar todas mis cosas. Una vez que encontré una vieja camiseta, tomé mi mochila. Vi la botella de whisky reposando en el escritorio y la tiré, lleno de ira por dentro. No sé como no se rompió. Bajé rápidamente las escaleras y me encontré a Bella en la misma posición en que la había dejado. Casi no la miré, pero tenía que decirle algo antes de irme, algo que era realmente importante.

- Tal vez tú no sepas si estás arrepentida o no – levantó la cabeza para mirarme. – Pero yo no lo estoy, para nada. Y si pudiera hacerte el amor de nuevo, créeme que lo haría una y otra vez, y jamás me cansaría.

Agaché mi cabeza, avergonzado por la verdad que había salido de mi boca, y cuando agarré el picaporte una mano se posó en mi hombro. Me di vuelta para encontrarme a Bella llorando.

- No te vayas – me suplicó y me tomó con fuerza para besarme. Colocó sus manos en mi nuca y subió sus piernas a mi cintura. Edwarcito comenzó a despertarse y aferré a mi amiga contra mi cuerpo, para poder sentirla. Estaba empapada, no sé como lo había logrado en tan poco tiempo. La apoyé fuertemente contra la pared más cercana y la despojé de mi camisa, que le quedaba increíblemente sexy. Noté así que no tenía sostén y solo llevaba unas pequeñas bragas de encaje, las cuales no duraron en su cuerpo más de tres minutos. Cuando estuvo totalmente desnuda la aparté de mi cuerpo para poder observarla. Ella se sonrojó, muerta de vergüenza, e intentó taparse con sus manos.

- Quiero verte, Bella, no te aprecié lo suficiente anoche. – Le dediqué una sonrisa que le hizo tomar confianza y sacó sus manos de su cuerpo. – Perfecta – murmuré.

- No soy perfecta – me contrarió.

- Sí lo eres, para mí. – eso provocó aún más a Bella que se acercó con rudeza para besarme otra vez. Comenzó a desabrochar mi cinturón y a bajar el cierre de mis pantalones. Se separó de mis labios y bajó hasta mi cuello. Quiso empezar a besar mi pecho, así que me saqué mi sudadera y sentí como sus manos viajaban por mis abdominales y se aferraban al elástico de mis boxer. Sin embargo, no los sacó, sino que tomó mi miembro y lo sacó por la abertura. Pensé que iba a venirme de solo verla masturbándome. Bajo depositando besos por mi pecho y sorpresivamente, se metió mi pene en su boca y comenzó a bombear. No pude aguantar mucho más.

– Bella, me vengo. – lo sacó de su boca y terminó con el juego, permitiéndome liberarme mientras se acercaba otra vez a mi boca.

- ¿Qué pasó, amor? ¿Eres precoz como Mike? – bromeó.

- Ya te dije que no soy Mike. Pero sólo tú causas estas cosas, ahora entiendo a ese hijo de puta.

La tomé en brazos y la llevé a su habitación, entre risas. La coloqué en la cama, me subí encima de ella y sin más, la hice mía de nuevo.

Así pasamos nuestra tarde de domingo. Hicimos el amor hasta aburrirnos, aunque claro, nunca podría aburrirme por completo con ella. Amaba explorar su piel, oler su excitación y sentir como gritaba mi nombre, una y otra vez, hasta que llegaba al orgasmo gracias a mí, y nada más que a mí. El Sol había comenzado a caer cuando nuestros cuerpos terminaron en un temblor otra vez, totalmente agotados.

Ella se abrazó a mí y nos cobijamos con sus sábanas y su frazada. Prendí el televisor y pusimos un canal de música, al cual no le presté atención. Bese su cabeza y comencé a oler y acariciar su pelo, una y otra vez. Ella besaba y respiraba agitada en mi pecho.

- No puedo creer que no me haya dado cuenta antes – finalmente hablé. – No sabía que podías provocar esto en mí, creí estar seguro…

- Edward, jamás estuviste seguro. No me vengas con la mentira de que tenías tu condición sexual definida.

- A veces hasta me conoces más que yo a mí mismo – rasqué mi nuca.

- Lo sé. – besó mi clavícula. - Pero dime… ¿por qué te das cuenta ahora de todo esto? Han pasado tantos años…

- Creo que siempre estuvo ahí, tal vez no lo reconocí. En las últimas semanas te noté diferente, estabas más provocativa, más seductora y por eso todos querían acercarse a ti. Eso me enloqueció completamente. El día de la cena – la miré, apenado. Ella hizo una mueca de dolor – estabas bellísima. Tengo que admitir que alguien aquí debajo despertó.

- Gracias Eddie. – Bella levantó la sábana y saludó a mi pene de una forma muy cómica. Comenzamos a llorar de la risa.

- Como te decía – limpié las lágrimas producto de nuestras carcajadas segundos antes. – Luego, te vi con ese perro…y luego los vi besarse y luego tú… y ahora sales con él, y yo soy el segundo en tu vida… y…– mi ira comenzó a acumularse. - ¡Soy un estúpido Bella! Te amo, ¿entiendes eso?

Me miró descolocada. Se había quedado en estado de shock. La había cagado, como solía hacerlo bastante seguido, y sobretodo con ella. Finalmente sonrió y se puso roja, producto, creo yo, de mis palabras.

- Más vale tarde que nunca. Vaya, ¡el plan de Alice dio resultado!

- ¿Qué?

- ¿Recuerdas cuando te conté que yo…estaba dejándome someter por tu hermana… y que me gustaba el cambio y todo eso?

- Sí, por supuesto que me acuerdo.

- Bien, en realidad sí era un plan.

- Explícate.

- Yo pensé que sería un caso…imposible digamos. Ella quería que yo…quería que tú…te enamoraras de mí.

- ¿Es psíquica acaso o qué mierda?

- Realmente no lo sé. Luego, durante la cena del sábado pasado… no me había peleado con Reneé ni con Charlie, ni nada parecido. Todo fue un invento de Emmett.

- ¿Y por qué llorabas entonces? – pregunté. Me mostró una sonrisa torcida.

- Soy una mierda…- me agarré la cabeza, comprendiendo todo.

- Edward cálmate, tú no tenías nada que ver en eso, ¡yo fui la aguafiestas!

- Pero yo…

- Deja de culparte por lo menos por una vez.

- Está bien –suspiré resignado.

- Y por cierto…- se acercó a mi boca.

- Dime.

- Yo también te amo. Mucho.

La besé lleno de alivio. Ella me amaba, ya lo sabía, pero era distinto escucharlo de su boca y despierta, y sintiendo que no era la misma clase de amor de amigos.

Otra vez me encontraba sobre ella, a punto de hacerla mía cuando de repente, el tan oportuno teléfono celular comenzó a sonar con la canción del burro de Shrek.

- Porque toy solito…no hay nadie aquí a mi lado…- Era la pesada de Alice, ella había programado ese tono en mi celular, para sus llamadas entrantes.

- ¿Qué pasa Alice? – hablé entre jadeos y malhumorado.

- Edward te oyes como si estuvieras follando. – mi hermana comenzó a reír.

- Estaba a punto de hacerlo, hasta que tú llamaste.

- ¿De verdad? Guau, al fin Bellita te dio tu merecido…

- Sí, de verdad, y sí lo ha hecho.

- OH, y cuéntame, ¿Han tenido relaciones durante todo el día? – puse en ese momento el altavoz para que Bella la escuchara. Tuve que tapar su boca para que contenga la risa.

- Si, durante todo el día.

- ¿Y se han corrido y han gritado como animales en celo?

- También – le guiñé el ojo a Bella, que se sonrojó.

- Muy gracioso, Cullen Jr. Ahora, mueve ese trasero flaco que mamá va a matarte si no vienes a cenar.

- ¿Qué hora es?

- Las ocho de la noche, descerebrado.

- Perdí la noción del tiempo. Bells, ¿quieres venir a cenar y te quedas a dormir? – guiñé el ojo.

- De acuerdo, me agrada la idea. ¡Hola Allie! Gritó para que mi hermana la escuchara del otro lado del móvil.

- ¿Traerás a Bella? ¡Dormirá conmigo!

- Como quieras hermana. Estaremos allí en media hora, dile a mamá que lo siento.

- Adiós, marica.

- Adiós prostituta, ¿cómo estuvo tu sesión con Jasper?

- Mejor que la tuya…

- Te odio

- Y yo te amo, adiós.

Colgó y Bella y yo nos dispusimos a preparar todo y dejar la casa en condiciones. Habíamos hecho un par de destrozos cuando la estampé contra la pared. La foto de Bella cuando era pequeña…el marco, se cayó y quedó destrozado, ambos nos avergonzamos al notarlo.

La esperé para que pudiera preparar su bolso con todo lo que necesitaría. Una vez que nos aseguramos que todo estaba donde debía, Bella hizo un corto llamado a Reneé, avisándole sobre sus planes, y una vez que colgó, puse su mochila en mi hombro y la cargué como a una recién casada. Ella sólo reía y se sonrojaba. Yo la miraba como si recién hubiese descubierto una mina de diamantes o algo por el estilo. Sentía una ola de culpa al recordar todo nuestro tiempo juntos, pero cuando volvía a fijar mi vista en ella, todo se desvanecía.

- ¿Puedes explicarme como voy a mirar a tus padres a la cara ahora? – bromeó.

- Bella, no seas ridícula, te lo ruego. No tiene por qué cambiar nada.

- ¿Qué pasará con nosotros ahora?

- ¿En serio estás preguntándomelo? Ya no tengo fuerzas para alejarme de ti.

- Voy a hablar con Jacob cuanto antes…sé que él va a entenderlo, aunque me sentiré una basura… preferiría…explicar todo cuando el resto esté solucionado. ¿Puedes ser gay sólo por uno o dos días más? – se mordió el labio.

- Tendré que raptarte después… -la acerqué a mi pecho y le besé el cuello. Comencé a desviar mi mano hacia sus pechos cuando…

- Edward, si no paras vamos a terminar follando dentro del coche…

- No le veo el problema – mordí su labio inferior.

- Sería un espectáculo para los vecinos. Hoy me colaré en tu habitación si eso quieres. – me guiñó el ojo.

- Suena razonable. ¿Me harás el inmenso honor de revolcarte conmigo en el coche un día de estos?

- Por supuesto.

Estallamos en risas y puse el motor en marcha. Todo estaba igual, incluso mejor. Bella sería mi amiga, mi hermana, mi confidente, mi amada y novia. Por siempre. Ya no podía ni quería verla como antes; no tenía el valor suficiente para alejarla de mí y soportar el dolor de verla en brazos de otro tipo. Su risa, su sonrojo, su forma de hablar, sus ojos…jamás encontraría nada mejor. Nuestros cuerpos encajaban como piezas de un rompecabezas, estar dentro de ella…era la gloria. Aún no puedo comprender como viví sin aquello durante tanto tiempo. Lo ciego, iluso y tonto que pude llegar a ser. Había entrado nuevamente al clóset del cual salí…y no me arrepentía.

Enfrentar a Félix sería algo difícil, pero durante nuestra última charla pude comprender que jamás nos pertenecimos. Él merecía a alguien que pudiera ajustarse a sus necesidades, alguien a quien él también pudiera atender. Me sentía dichoso por mi situación, y sabía que tarde o temprano él volvería con Demetri.

- ¡Esme! – Bella salió corriendo del auto para abrazar a mi madre, que estaba arreglando el jardín delantero.

- ¿Cómo está mi cuarta hija? – mi madre le preguntó extendiéndole los brazos. Mi ángel me dedicó una mirada de complicidad.

- Tu futura nuera – susurré. Bella me fulminó con la mirada.

- ¿Qué dijiste? – mi madre me miró, confundida.

- Dijo que le duele la muela – Bella interrumpió. Ha estado molesto desde ayer. -Casi se me escapa una risa.

- Ve a buscar una aspirina al maletín de papá. Pronto estarás mejor.

- Gracias ma. – Besé su mejilla y entré corriendo al estudio de mi padre. No tomé nada, por supuesto, solamente disimulé. Al bajar, la cena estaba servida, y mis hermanos, mis padres y Bella, estaban sentados esperando a por mí, para poder comenzar. Me senté enfrenté de Bella, y le dediqué una sonrisa seductora, que al parecer funcionó de maravillas, porque se puso bordó como un tomate. Emmett la vio y comenzó a carcajear.

- ¿Ahora por qué te pones roja, tontita? – comenzó a burlar a mi Bella.

- Déjala tranquila Emmett – mamá lo regañó como a un niño pequeño. Aproveché ese momento para quitarme el zapato y tocar a mi ángel por debajo de la mesa. Justo cuando acaricié su muslo, mi madre habló. - ¿Qué han estado haciendo anoche y hoy, chicos? – Bella se atragantó y yo comencé a sudar. Todas las miradas se posaron en nosotros.

- Pues… - la cara de mi chica se volvió azul. – Jugamos al teléfono descompuesto, comimos chatarra, miramos Resident Evil 2, y tomamos café. - Actividades secundarias, el resto del tiempo estuvimos montándonos el uno al otro...

- ¿Y no follaron? – Alice preguntó sorpresivamente.

- ¡Alice! – mis padres gritaron al unísono. – Si no fueras mayor, juro que te enviaría a la cama sin postre – mi padre habló. Alice no volvió a emitir palabra.

La cena concluyó y Alice prácticamente arrastró a Bella hasta su habitación, y la cerró con llave. Me acosté temprano, estaba exhausto, aunque dejé la puerta sin tranca. Creí estar soñando cuando sentí unas manos acariciar mi espalda.

Bella's POV

¿Era todo esto verdad o una puta broma pesada? Algo dentro de mí rogaba porque no siguiera con esto, pero me estaba dejando llevar por la marea. Pensé o creí, que me había convertido en un ser dichoso el sábado por la tarde, pero horas más tarde, definitivamente lo estaba corroborando. Edward me amaba. Alguna vez lo presentí, pero dejé de lado aquellas hipótesis, quiero decir, era sexualmente imposible, se suponía que él disfrutaba de penes únicamente. Estos días a su lado han sido el paraíso, obviamente sacando el hecho de que me sentía una mierda por estar jugando a dos puntas. Tenía que elegir…pero mierda, esa elección la había hecho mi corazón hacía mucho tiempo ya, y no quería volver a engañarme con que quizás otro fuese el hombre de mi vida. Iba a disfrutar hasta el último milímetro de piel del cuerpo del amor de mi existencia, quería tenerlo conmigo, para siempre. Encontraría la solución a las cosas, realmente tenía esperanzas.

Era domingo por la noche, eso significaba que había instituto al día siguiente, pero la puta de Alice no se dormía, por el contrario, se encargó de explicarme con lujo de detalles, su escena de película XXX del sábado por la tarde con su novio. Ojalá pudiese estar contándole mi experiencia también…No, ahora que lo pienso, no sería una buena idea, le daría más horas de charla.

Finalmente fingí estar cansada y me acosté en la cama improvisada que preparamos. Cuando sentí a Alice roncando me escabullí por el pasillo, hasta la habitación de enfrente, cuidando que nadie me viese. Edward había dejado la puerta sin tranca. Me estaba esperando. Me llevé una desilusión enorme cuando lo vi roncando. Miré en su reloj de mesa, eran la una de la madrugada. Me metí entre sus sábanas, y comencé a acariciarle su espalda. Abrió los ojos lentamente, pero al verme, se sobresaltó y se abalanzó sobre mi boca. Lo recibí con más pasión aún.

- Te deseo – me dijo jadeante, debido a su falta de aire – otra vez.

- Pues entonces hazme tuya... otra vez – reí por lo bajó, y rápidamente sus manos me quitaron mis bragas. Ni siquiera hicimos a tiempo a quitarnos el resto de la ropa. Edward me penetró de golpe, lo que provocó un gemido, que ni siquiera sé como pudo salir de mi garganta. Edward me tapó la boca, pero ya era demasiado tarde, sentimos que Alice puso sus pies en el piso.

- Mierda, ¡ponte las bragas, Bella, rápido! – Edward me susurró al oído mientras se levantaba los pantalones.

- ¡No las encuentro! - Comencé a revolver las sábanas, sin éxito alguno.

- ¡Toma, ponte mi camiseta! – Comenzó a quitarse su vieja sudadera de los Lakers – así no notará que no llevas tu ropa interior. – Hice caso a sus palabras y me coloqué la remera por encima del camisolín de encaje. Edward me abrazó por detrás y simuló estar dormido, al igual que yo. Justo cuando terminamos de acomodarnos, Alice entró descaradamente al cuarto de su hermano.

- ¿OYERON ESO? – gritó. Ambos "nos sobresaltamos" y la miramos extrañados. Podíamos ser buenos actores si nos lo proponíamos.

- ¿Qué cosa Alice? – Edward se refregó los ojos.

- No sé, un ruido extraño, pareció un gemido…tal vez fue sólo mi imaginación – comenzó a reír bajito.

- Sí, seguramente – Edward le siguió la corriente. Finalmente me observó y frunció el ceño.

- Hoy te tocaba dormir conmigo, vamos a la habitación Bella – se acercó a mí. Recordé entonces que no llevaba bragas y empecé a temblar…

- Alice, no jodas, vine a hablar con Edward, estoy cómoda aquí…

- No me interesa – comenzó a tirar de mí con fuerza. Iba a ganarme.

- Por favor Alice, no hagas eso – pero no me hizo caso. Tiró por última vez de mí y me dejó de pie junto a la cama. Al observar mi vagina, su cara se volvió pálida y entró en estado de shock. Edward se tomó la cabeza con ambas manos.

- Tú… -intentó articular palabra y señaló a su hermano -…no mentías hoy.

- No, no mentía – Edward le dedicó una sonrisa, pero Alice no se la devolvió.

- Alice déjame explicarte…

- ¡NO!, mañana hablaremos… ahora necesito procesar esto – con sus ojos aún abiertos como platos, se retiró de la habitación, y trabó su puerta. Cada vez estaba más loca.

- Esto… sería mejor que durmamos – Edward se rascó la cabeza. – No podemos tener mucha privacidad, por lo visto…

- Coincido plenamente contigo. Hasta mañana – le di un beso tierno y suave, cargado de amor. El sólo sonreía y me tocaba la cara, idiotizado. Era putamente divino.

- Hasta mañana… te amo – me sonrió, y me tomó de la cintura.

- Y yo a ti, le acaricié la palma de la mano y finalmente, me amoldé a la forma de su cuerpo.

Otra vez miles de cosas rondaban en mi mente. Estaba abrazada al tipo perfecto, pero a la vez, tendría que enfrentarme mañana con su ex novio, y mi actual cita, o como quieran llamarle a Jacob. Sumado a esto, debía darle una explicación clara a mi mejor amiga, de que había comenzado una relación con su hermano, antiguamente gay, luego de renunciar a nuestro plan maléfico de revertirlo y volverlo macho. ¿Es que nunca podría tener una buena noche de sueño sin tomar una pastilla?

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