
CAPÍTULO 10 : ¿No confías en mí?
Para mi sorpresa, había dormido más de lo que imaginaba. Cuando volví a abrir los ojos, eran las ocho de la mañana. Edward ya no estaba a mi lado, estaría desayunando o algo por el estilo. Se me antojó solucionar mi primer problema ahora: Alice. Hurgué entre las sábanas y encontré mis hermosas bragas de encaje, al fin. Me las puse, y salí en puntas de pie hasta la habitación de Alice. Golpeé dos veces la puerta, hasta que la destrabó y me jaló dentro de la habitación.
- ¡Te follaste a mi hermano! – gritó a los cuatro vientos.
- ¡Alice! ¿Quieres también que tanto tus padres como Emmett se enteren?
- ¡ENTONCES ES VERDAD! – me abrazó y comenzó a saltar de un lado a otro, arrastrándome por toda la habitación. Luego de unos segundos paró y me abrazó fuerte del cuello, comencé a sentir mojada la camiseta de Edward.
- Alice…
- ¡Al fin! ¡No puedo creerlo! ¿Te dijo que te ama? ¿Lo hizo? – mi amiga comenzó a sollozar de la emoción. Mierda que necesitaba un psiquiátrico urgente.
- Sí, sí lo hizo…
- Oh, ¡gracias Dios! – extendió sus manos y comenzó a llorar aún más.
- Ya…ya, Alice…cálmate.
- Es que…todo es perfecto ahora…y yo… - siguió sollozando como un bebé.
- Relájate por favor Alice, debemos bajar a desayunar.
- No será necesario, lo traje a la habitación para que me cuentes todo – mostró una sonrisa de suficiencia mientras se limpiaba los lagrimones que tenía en sus mejillas y me dejaba ver una bandeja repleta de comida que yacía sobre su cama.
- Bien, por donde empezar… - me senté y tomé una tostada. Alice se puso del lado opuesto de la bandeja y así fue como comencé a relatarle todo con lujo de detalles. Bueno, no con TANTO detalle, sino más bien, le expliqué como habíamos llegado a tal situación y lo mucho que tenía que ver una botella de whisky.
- Yo lo sabía…sabía que necesitaban esa botella – Alice repetía una y otra vez interrumpiendo mi relato.
Luego de narrar todo tres veces, dejé a Alice satisfecha y nos cambiamos para ir al instituto. No quería ni siquiera pensar en lo que me esperaría allí. Hoy tenía que entregar un trabajo de trigonometría para ver si aprobaba la asignatura, además de los benditos ensayos para el baile y la entrega de diplomas. No hacía falta ni siquiera mencionar que debía hablar con Jacob. Sería un shock para el saber que había tenido relaciones carnales con un supuesto homosexual, pero nada podía hacer. Ahora estaría atada a Edward de por vida, y lo sabía.
Dos bocinas nos hicieron apresurarnos. Emmett y Edward querían estaban ansiosos por estudiar, por lo visto. Alice iría en el Jeep de Emmett, y yo por supuesto, con mi querido mejor amigo – actual amante.
Saludamos a Esme y a Carlisle con un abrazo y nos encaminamos hacia el jardín delantero. El Volvo me esperaba a unos cinco metros de las escaleras. Al entrar, reconocí la melodía que Edward escuchaba.
- This is going to break me clean in two. This is going to bring me close to you – Edward cantaba siguiendo la letra.
- Amor…
- Sh! Quiero cantar esta parte – se concentró. - She is everything I need that I never knew I wanted. She is everything I want that I never knew I needed – me miraba con ojos cargados de amor. Me ruboricé como una idiota.
- ¿Y desde cuando escuchas The Fray?
- Desde ahora… esta canción me fascina. No se por qué – soltó una carcajada irónica.
Luego se acercó para sujetarme. Me tomó de la cintura y me atrajo hacia su asiento. Me sentó en su regazo y comenzó a besarme el cuello, el pómulo, la nariz, y finalmente mi boca, que ya lo extrañaba. Enredé mis manos en su pelo y le devolví el beso con más amor de lo normal. En ese momento, recordé que Emmett estaba detrás de nosotros.
- ¡Carajo! – lo solté y volví a mi asiento.
- Bella…
- Lo siento Edward, me he pasado. Soy una tonta
- Bella el auto tiene vidrios polarizados – rió a carcajadas. Sí, definitivamente era tonta, no sé por qué había olvidado ese detalle.
- Lo había olvidado – me sujeté la cabeza. En ese momento miré el reloj - ¡Mierda Edward llegaremos tarde!
- Tienes razón – Sin más, aceleró el coche. Íbamos de camino al Instituto cuando mi móvil sonó.
- Hola amor.
- Jake – carraspeé. Edward me fulminó con la mirada. - ¿Cómo estás?
- No muy bien – Ay, mierda, ¿se habría enterado de algo?
- ¿Qué ocurre? – Edward me miró de reojo, preocupado, aún prestando algo de atención a la carretera.
- Gripe estomacal…
- ¿Gripe estomacal? – pregunté para que Edward estuviera al tanto de la conversación.
- Sí, algunos de los chicos aquí en la reserva también la contrajeron, es algo así como una epidemia, pero no dura más de dos días. Hoy es el segundo, así que mañana volveré al instituto.
- Por eso no me llamaste anoche…
- Lo siento.
- No te preocupes Jake, de verdad, estabas enfermo. Bueno, estamos llegando con Edward al Instituto. Oye, ¿te molesta si paso durante la tarde por tu casa? Tengo que decirte algo…
- No hay problema, aunque no te prometo que me encontrarás en buen estado.
- Está bien, te veo más tarde Jake, nos vemos.
- Adiós. – Colgué el teléfono y me dispuse a salir del coche, pues ya habíamos aparcado en el lugar de siempre. Edward me tomó la mano, como de costumbre, y nadie notó la diferencia. Ambos respiramos aliviados.
- ¿Ya has planeado qué vas a decirle? –preguntó al fin
- Sólo la verdad.
- Es lo mejor, ¿cómo se lo ha tomado Alice?
- Mejor de lo que esperábamos – rodé mis ojos y Edward soltó una carcajada. – Debo irme. –
- Nos vemos después.
Lo solté y fui directo al aula de trigonometría. Luego de mirar de arriba abajo mi ensayo, el profesor me indicó que había aprobado la materia. Le agradecí varias veces y salí a los pasillos, que estaban vacíos. Edward ni siquiera había entrado a esa clase, ya que estaba aprobado con diez. Maldito. Caminé por el pasillo que llevaba al auditorio, donde supuse que estaba el amor de mi vida, cuando una mano fría jaló de mí y me arrastró hasta el aula de biología.
- ¿Qué dem…? ¿Quieres matarme? - Edward me arrastró hasta el escritorio vacío del profesor Molina mientras besaba mi cuello una y otra vez. No pude evitar gemir cuando comenzó a tocar mis pechos por debajo de mi camisa.
- Tú elegiste matarme antes… - rió en mi cuello. - Estábamos con Emmett en la cafetería cuando escuchamos que este aula estaba vacía, por supuesto que lo primero que hice fue buscarte… así que – tomó mi falda y comenzó a subirla despacio - ¿qué me dices?
- Sabes exactamente lo que voy a decirte… - reí y comencé a bajar el cierre de su pantalón. Acaricié su pene por encima de la tela, ganándome un par de cumplidos.
- Dios Bella, necesito entrar en ti ahora mismo…
- Edward, mierda, ¡te necesito! – grité cuando sus dedos corrieron mis bragas y acariciaron mis pliegues.
- ¿Te gusta así? –comenzó a hablar entrecortadamente en mi oreja.
- Basta de juegos Cullen, OH DIOS – grité al sentir como sus dedos se alejaban y su miembro entraba de repente en mí.
- ¿Ahora?
- Sigue Edward, puta madre. – Comenzó a bombear sin piedad, y ya me sentía desfallecer en sus brazos. Justo cuando estaba por llegar al orgasmo la puerta se abrió. Ambos nos asustamos, aunque creo que las dos personas que entraron fueron las que se llevaron la sorpresa.
- CARAJO – Emmett soltó a Rosalie quien nos miró absorta.
- ¿Qué mierda…?
- No sigas Rose, por favor – le rogué mientras me acomodaba la ropa y el pelo. Edward sacó su pene y volvió a meterlo como pudo en sus pantalones.
- ¡Gracias a Dios, hermano! – Emmett corrió hasta nosotros y nos dio un abrazo de oso, que casi nos deja sin aire.
- Emmett… - dije entrecortadamente.
- Lo lamento, lo lamento, es que estoy tan feliz… Edward…
- ¿Qué? - se rascó la nuca.
- Al fin te das cuenta lo buenísima que está Bella, si no te le tirabas iba a hacerlo yo… - Rose y yo le golpeamos la cabeza a Emmett al mismo tiempo. Nos miramos y explotamos en risas.
- De acuerdo, Emmett, Rose… Edward y yo estamos saliendo, ¿bien? Pero es un secreto, o algo así. Alice es la única que lo sabe…
- Entonces ya no es secreto – Emmett carcajeó.
- Yo confío en ella – lo fulminé con la mirada.
- Sí, yo también, Alice va a cerrar el pico esta vez, además será solo por unos días. Luego iremos al baile de graduación, y luego a la Universidad, y todo marchará bien.
- ¿Les ha llegado alguna solicitud? – Rose preguntó, de golpe.
- Yale – Edward y yo pronunciamos al unísono y nos miramos, confundidos.
- ¿Te llegó la solicitud de Yale? – le pregunté.
- ¿A ti también?
- ¡Iremos juntos! – lo abracé y comencé a besarlo.
- El amor… - Emmett canturreó. – Ey, hay menores aquí, - señaló a su novia – lo siento si hemos interrumpido un orgasmo o eso pero ustedes directamente han cancelado nuestro acto sexual…
- ¡CIERRA EL PICO Y DEJALOS UN POCO EN PAZ! – Rose lo regañó como a un bebé. – Lo lamento chicos, los dejaremos follar en paz…
- No te preocupes Rose, ya se me fueron las ganas – Edward le dedicó una mirada cargada de veneno a su hermano. - ¿Vamos a la cafetería?
- De acuerdo – Emmett habló y luego agachó la cabeza.
Al salir los cuatro del aula de biología, un rostro familiar dobló por el pasillo. Las piernas comenzaron a temblarme.
Edward's POV
Genial, el puto de Emmett había interrumpido el que podría haber sido tranquilamente el mejor polvo de toda mi puta vida, con el amor de mi existencia. Estaría en deuda conmigo por el resto de la eternidad, aunque debo decir que me daba cierto alivio que ahora él también lo sabía. No me gustaba estar escondiéndome, y mucho menos de la gente que amaba. Además me parecía una situación más para celebrar que para ocultarla.
Salimos los cuatro del aula vacía de biología en dirección a la cafetería, mientras hablábamos de la Universidad y nuestros planes, y aunque Rosalie estaba relatando su opinión de una manera atrapante, yo no podía quitar mi vista del hermoso rostro de Bella, el cual se puso pálido de golpe sin motivo alguno. Volví mi rostro hacia donde ella estaba y vi a Félix caminar en línea recta hacia mí. ¿Me estaba sonriendo acaso?
No tuve tiempo siquiera para responderme esa pregunta, porque en menos de cinco segundos, me tomó por los hombros y me estampó contra la pared para besarme con urgencia. Quedé en completo estado de shock ante su reacción. Cerré los ojos y me mantuve inmóvil, preferí no hacer ningún movimiento para no precipitarlo. Su lengua hacía mil y un intentos desesperados por entrar en mi boca, pero por supuesto, no se lo permití. No iba a negar que había una parte de mí que aún se sentía atraída por él, pero ya me había dado cuenta sin quién no podría vivir. Fue en ese momento en que, gracias a Dios, mi antiguo novio me soltó. Respiré hondo, conté hasta tres y volví a abrir mis ojos. Todos a nuestro alrededor nos miraban confundidos. Un momento… ¿dónde estaba Bella? ¿No estaban Emmett y Rose también con nosotros?
La mano de Félix se interpuso entre mi visión y mi rostro, intentando devolverme a la realidad.
- Edward, Edward, amor, ¿estás bien? – en ese momento, caí en la cuenta realmente de lo que estaba pasando.
- Félix…
- No digas nada, por favor… - se acercó otra vez para besarme, pero puse mis manos entre nosotros.
- No, no lo hagas…
- ¿Qué pasa?
- No estabas…
- Hablé con Demetri el sábado. Edward, estoy enamorado de ti, sólo quiero estar contigo, jamás tendría que haber ido a verlo, ¿podrás perdonarme?
- Félix…creo que tenemos que charlar.
- Sobre…
- Ya lo sabrás…
- ¿Algo anda mal? – me miró, desconcertado. Me moví de mi posición contra la pared y comencé a caminar hacia el gimnasio.
- Ven – le hice un gesto con la cabeza y me siguió.
Una vez que entramos en el gimnasio, me senté en unos bancos que había allí y le hice lugar para que se acerque.
- Siéntate, créeme que quieres hacerlo…
- Me estás asustando, Edward.
- Por favor Félix, no exageres…
- Pero Edward, mírate nada más, pareciera como si hubieses visto a un vampiro, ¿puedes explicarme de qué va todo esto? De verdad, hacía mucho que no te notaba así. Sé que estuve mal el fin de semana, dije cosas sin motivo, cosas hirientes pero espero que mis disculpas…
- La amo, Félix – susurré.
- ¿Qué? No te oí…
- ¡Que la amo Félix! ¡La amo! – grité y volví a respirar con normalidad una vez que lo dije. Para mi sorpresa, Félix comenzó a carcajear levemente.
- Yo lo sabía… movía su cabeza de un lado a otro. – Siempre lo supe.
- Podrías habérmelo dicho – dije con cierto sarcasmo.
- Edward, ibas a darte cuenta tarde o temprano. Ni siquiera te imaginas la forma en que mirabas a Isabella, o mejor dicho miras. Todo lo que dice o hace te parece fascinante, aunque diga que dos más dos son cuatro. Es evidente que no puedes vivir sin ella.
- Creo que de una forma u otra estaba al tanto de ello…
- Tu subconsciente te estaba pidiendo a gritos que abras los ojos de una Bendita vez.
- Lo siento Félix…
- Yo fui el que debió alejarse antes, tú no tienes la culpa.
- Ella y yo estamos saliendo a escondidas.
- Lo imaginé…pero…¿ella no tiene novio, o no sale con Jacob, por lo menos?
- Por eso mismo lo hacemos a escondidas…hay…había...algunas cosas que aclarar…
- Oh, ya veo – rió.
- Félix, de verdad lo siento…
- No te preocupes, de verdad que estoy feliz por ti, ¡al fin has visto la luz! – alzó ambas manos como un Sacerdote. No pude evitar reír.
- Sí…creo que sí. Oye…
- Dime
- ¿Es verdad lo que me has dicho en el pasillo? – me rasqué la nuca, algo incómodo.
- Sí… - se afligió. – Pero eso no importa ahora.
- Pero…
- ¡Dios Santo, Edward! ¿Vas a pensar alguna vez en ti? ¿Podrías hacerlo por favor?
- No quise lastimarte, de verdad…
- Edward, carajo eres un maldito masoquista. – Félix me golpeó la cabeza.
- Ouch.
- No pierdas más tiempo aquí Edward, ve a buscar a Bella.
- Gracias Félix, por todo.
- Gracias a ti, Edward, de verdad, gracias. – Félix me miró en serio, y supe así, que una etapa de mi vida había finalizado. Le sonreí mientras me paraba y el me devolvió el gesto sin ningún tipo de rencor escondido.
Corrí por los pasillos en busca de Bella. Intenté localizarla en cada aula, cada piso y cada lugar del establecimiento, pero ella no estaba allí, sólo me quedaba buscarla en el aparcamiento, así que me dirigí hacia allí lo más rápido posible. El lugar estaba vacío, por supuesto, el resto del alumnado probablemente estaría en clase, ya que sonó la campana de reingreso cuando yo me encontraba en el gimnasio.
Fui hasta mi coche, pero Bella no estaba allí. También revisé el jeep de Emmett. Vacío, genial. Caminé en dirección a la cancha de football, era mi última esperanza, cuando vi una pequeña nube de humo entre el coche de Mike Newton y el de Lauren Mallory. Me acerqué cuidadosamente, no vaya a ser que alguno de los dos autos explotara, y yo saliera volando en pedacitos. Lo que me faltaba. Al meterme entre ambos coches, me llevé una sorpresa inesperada.
Bella's POV
Antes de que Edward haya podido reaccionar, Félix estampó contra la pared a mi novio y lo besó apasionadamente. Me llevé una sorpresa poco grata, aunque sabía que Edward lo sacaría al instante. Pero no lo hizo. Dejó que su ex novio lo tocara e hiciera con el lo que se le antojara, mientras yo observaba, shockeada y desecha por dentro. Corrí por los pasillos sin detenerme siquiera a observar los rostros de Jessica, Lauren, Eric o Mike. Avancé, llorando mares hasta el aparcamiento, donde una mano fuerte me tomó del codo y me atrajo hasta su musculoso cuerpo.
- Ya, ya pequeña – Emmett me consolaba, mientras Rose intentaba desesperada correr en dirección opuesta a nosotros, pero su novio le bloqueaba el paso.
- ¿Qué se cree? Marica de mierda… podrá ser tu hermano, ¡pero no va a lastimar a mi amiga!… ¡suéltame Emmett! ¡Argh!
- ¡Cálmate Rose por Dios!
- Lo siento, Bella… -me tomó la mano que quedaba libre. – Nosotros haremos algo… lo prom…
- Déjenme sola…
- Pero – Emmett intentó interrumpirme.
- ¡Que me dejen sola! – me serené un poco y limpié mis lágrimas – Oigan, en cinco minutos los busco, ¿vale?
- Está bien – Rose tomó la mano de Emmett, quien se dio vuelta y me hizo un gesto para que lo llame si necesitaba algo. Yo sólo asentí con la cabeza.
Caminé entre los coches vacíos hasta llegar al de Edward. Saqué la copia que él me había dado de mi bolsillo y entré al coche, para buscar el atado de cigarrillos que siempre guardaba en la guantera. Pensé en quedarme allí, pero su olor era insoportable. Iba a agarrarme un derrame cerebral si seguía pensando en él. Decidí sentarme entre medio de un coche blanco y otro azul. Me di cuenta poco después que eran de los malditos de Mike y Lauren, pero estaba demasiado débil para volver a pararme. Me fumé, uno, dos cinco cigarrillos, hasta notar que alguien me llamaba a distancia. Reconocería esa voz en cualquier lugar, y por eso mismo, ni siquiera me preocupé en ponerme de pie, aunque fue en vano. Segundos después me encontró.
- ¿Bella? – mierda, por supuesto que era yo. Ni siquiera levanté la vista.
- Bella deja ese cigarrillo urgente – No le dio importancia a su orden y continué fumando como si nada. Hacía demasiado tiempo que no lo hacía, y en parte me sentía frustrada por haber roto mi promesa de no hacerlo nunca más.
- Bella, ¿puedes levantar la vista y mirarme?
- ¿Qué carajos es lo que quieres? – mis ojos, inundados en lágrimas, se encontraron con los suyos de repente. Sabía que estaba demacrada, destruida, ¿pero que podía hacer?, él era mi puta perdición. Se acercó cuidadosamente para arreglarme la maraña que tenía en mi pelo, y abrazarme, lo sabía, conocía sus movimientos.
- ¿Bella, que ocurre? – se agachó e intentó apoyar mi mano en su hombro, pero se la quité de un puñetazo incluso antes de que las yemas de sus dedos tocaran mi piel.
- ¡No me toques! – grité desesperada, mientras me levantaba, totalmente a la defensiva. - ¡Vete! ¡Déjame sola!
- Amor…
- ¡No me digas amor después de haberte besado con ese tipo! – En ese momento exploté.
- Bella, ¡no lo besé! ¡Estaba en shock! ¿Qué pretendías que haga? Vino de golpe, ¡tú lo viste!
- ¡Lo hubieses sacado! – comencé a llorar más fuerte. – ¡Estaba yo adelante tuyo! ¿Cómo mierda quieres que me sienta ahora?
- ¡Dios Bella, te amo a ti!, ¿es tan difícil de entender eso? - ¿estaba bromeando o qué demonios?
- Soy una estúpida –comencé a caminar de un lado a otro mientras me sujetaba la cabeza con las dos manos. Si no me soltaba el pelo, quedaría calva, así que trasladé mis manos hasta mi cintura. - ¡soy una estúpida! Realmente creí que podría cambiar a un gay… Ilusa.
- Bella, ¡tú me hiciste cambiar! ¡No puedo creer que no confíes en mí! Me conoces…
- Te acabo de ver besándote con tu ex novio, HOMBRE… PENE… TESTOSTERONA, ¿y pretendes que confíe en ti? Te equivocas Cullen…
- No confías en mí – comenzó a mirarme de manera soberbia - ¡Genial! No pienso estar con alguien que no confía en mí, ISABELLA – sabía que odiaba que me dijeran así.
- ¡Bien! QUE TENGAS MUCHA SUERTE CON TU NOVIO, EDUARDA
- Y tú con tu Chucho asqueroso…
- ¡Bien!
- Perfecto…
- Toma tu mierda – tomé el paquete de cigarrillos del cordón y se lo aventé. Apagué el que tenía en la mano en el capó de Mike Newton, justo cuando este subía a su auto, entretenido con la pelea. Aproveché para subirme yo también. Edward puso los ojos como platos.
- Tú, estúpido – Mike me miró asustado. - No preguntes, llévame a la entrada de la reserva, ¡ahora!
- Como digas… - noté como sus manos temblaban. Aceleró el coche y salimos, dejando detrás a un Edward con la mirada destrozada. No pude contener el llanto.
- Bella... – Mike quiso hablar.
- Cállate y conduce.
No volvió a emitir palabra en todo el viaje. Me dejó justo donde le pedí y me bajé del coche sin siquiera decir gracias. Caminé entre las casitas, hasta que encontré la de Jacob. Toqué a la puerta y me recibió, Jacob, en cuero, con un rostro de preocupación absoluta. En cualquier otra circunstancia, me hubiese calentado y mis bragas estarían increíblemente, mojadas, pero este no era el caso. Me abalancé sobre él, quien me abrazó con fuerza.
- Ya, ya pequeña… ¿qué ocurre?
- Ed…Edward – balbuceé. Ni siquiera podía articular una puta palabra. La tristeza era absoluta y me sentía sola.
- ¿Otra vez han peleado?
- S-si
- ¿Qué es ese olor a cigarrillo?
- Y-yo…
- No hace falta que me cuentes nada, vamos, entra - me invitó a pasar y a recostarme sobre el sofá, a lo que accedí sin rechistar. Me sentía sin fuerzas, si no sintiera mi respiración diría que estaba muerta. Cerré los ojos con cuidado.
Me quedé dormida. Lo supe porque al volver a abrir mis ojos, Jacob me esperaba con una taza de café. La cabeza me retumbaba y las piernas dolían.
- ¿Te encuentras bien?
- Más o menos – esbocé una sonrisa torcida, mientras le daba un sorbo al café que acababa de entregarme.
- ¿Hay algo más que quieras decirme? Hoy dijiste que teníamos que hablar…
- Ya lo olvidé – sujeté mi cabeza con ambas manos.
- Como quieras – Jacob no dijo nada más y me abrazó.
Inútil sentir que él me querría, inútil pensar que podría cambiar.
INÚTIL CREER QUE EDWARD ERA EL AMOR DE MI VIDA.
La vida es una mierda… Sí, creo que escuché hablar de ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario