
CAPÍTULO 11: Para Alcanzarte
El despertador sonó, otra vez, para mi desgracia. Miré hacia la ventana, nubes, muchas nubes. El día ya pintaba deprimente, además de la constante tormenta con relámpagos que tenía en mi interior. Comencé a tantear en mi mesa de noche, y apagué la puta alarma que estaba rompiéndome los tímpanos. Me levanté, desganada. Agradecía al cielo que sólo quedaran dos días de clases, aún quedaban el ensayo final y la entrega de diplomas, y bueno, la graduación a la cual ni siquiera pensaba asistir, debido a la poca coordinación que mis pies podían llegar a tener, y mi corazón destrozado que apenas me dejaba caminar, o arrastrarme, por lo menos. Hurgué en mi placard, y encontré una vieja camisa rústica y unos jeans clásicos. No tenía ni siquiera pensado ponerme algo de todas las cosas que Alice me había traído para mí, y tampoco pensaba usar ni una sola gota de maquillaje. Había vuelto la antigua Bella, aquella que casi no se arreglaba y que utilizaba ropa tan discreta como fuese posible.
- ¿Qué haces así? Pareces un camionero – fue lo primero que Alice me dijo el día anterior, cuando volví a implementar mi antiguo look.
- ¿Qué tiene de malo Alice? – pregunté a desgana mientras intentaba localizar a Edward entre los pasillos, aunque realmente lo odiara.
- Mira Bells, sabes que todo esto con mi hermano apesta, ¡pero no puedes tirarte abajo así como si nada!
- ¿Estás bromeando, Alice? Fuiste tú la que me llamó ayer por la noche llorando desconsoladamente – agachó la cabeza -. Sé que querías ayudarme, pero me pusiste aún peor.
- ¡Lo siento! – acortó la distancia entre nosotras y me abrazó, con lágrimas en los ojos.
- Ya, Alice, por favor – las lágrimas también amenazaban con salir de mí, así que corrí lo más rápido que pude hasta el baño más cercano y cerré la puerta con tranca. No podía creer los alaridos de dolor que salían de mi garganta. Salí dos minutos después un poco más calmada.
¿A quién demonios quería engañar? Estaba muerta por dentro. Caer en la cuenta de que Edward no era el hombre de mi vida, era como sentir que me hubiesen sacado todos los órganos vitales y me hubiesen dejado vacía y reseca por dentro. Había estado evitando el tema lo más posible, pero Alice era un retrato vivo de la realidad para mí. Ella no tenía miedo en demostrar lo que sentía y jamás ocultaría sus pensamientos, aunque a veces desearía que se callara.
- Casualidades, casualidades…falta tu hermano, falta Félix – dije hoy finalmente con gesto ausente sentada en la cafetería con mi amiga, mientras revolvía la ensalada. Nadie había ido al instituto, pero ¿qué más daba? Prefería acudir a quedarme sola sufriendo como una viuda entre mis sábanas.
- Bella, no seas paranoica, mi hermano se quedó durmiendo. ¿Vas a continuar mucho tiempo más así o hablarás como debe ser?
- Yo no he hecho nada…
- Eres tan pendeja – la campana sonó. – Tengo literatura, ¿tú que vas a hacer?
- Creo que me voy a saltar esta clase… necesito estar sola, un rato aunque sea. Luego te busco.
- Bella, amas literatura…
- He dicho que luego te busco.
- De acuerdo – me miró afligida.
- Nos vemos.
Caminé otra vez por el aparcamiento. Recorrí toda su longitud, e incluso pasé por el lugar exacto donde la pelea había sido dos días. Todavía estaban las colillas de los cigarrillos que había fumado en el suelo de granito. Bajé la vista inmediatamente y busqué mi camioneta. Al fin había vuelto a darle uso. Me senté en el asiento del copiloto, me saqué mi abrigo y lo usé de almohada para recostar mi cabeza. Necesitaba dormir y alejarme de la vida que estaba viviendo, aunque sea por una hora.
Ya estaba casi inconsciente cuando un puño golpeó el vidrio de mi coche. Salté asustada y me senté automáticamente. Jacob estaba parado allí mirando para otro lado, moviendo sus pies de un lado a otro. Parecía nervioso. Ordené un poco mi pelo y salí de mi coche a su encuentro.
- ¡Ey! – intenté parecer animada.
- ¿Cómo estás hoy Bells?
- Bien…por supuesto – mentí.
- OH… que bueno. Lástima que no te creo – rió por lo bajo.
- No estoy mintiendo – fruncí el ceño, intentando parecer molesta.
- Sí, sí lo estás haciendo. No hace falta que me digas nada Bells, el lunes pude notar todo en tu cara y ni hablar de ayer. ¡Te hice señas en la cafetería diez veces y ni siquiera me viste! – me congelé de tan solo pensar que él sabía toda la verdad.
- Lo siento Jake, ayer estaba como ida. Perdón por no haberte dicho nada el lunes…
- Edward y tú son grandes amigos, todo va a solucionarse, linda – suspiré, aliviada, aunque todavía sentía mi corazón destrozado.
- No lo creo, no esta vez – las lágrimas comenzaron a brotar nuevamente y Jacob me acercó a su pecho para consolarme. Levantó mi rostro con sus dos manos y comenzó a limpiar las gotas de agua salada que corrían por mis mejillas, con pequeños besos.
- Yo estoy contigo, si eso te sirve de algo… - no, en realidad no me servía en absoluto. Solo me recordaba que era un terrible pedazo de mierda y que hasta hacía exactamente dos días tenía un pene adentro mío que no era el suyo, y ni siquiera sentía culpa. Bueno, ahora si la sentía realmente.
- Gracias – fue lo único que pude decir. Me acunó entre sus brazos y comenzó a acariciar mi espalda con delicadeza, creo yo, que para tranquilizarme. Sirvió un poco. Lentamente dejé de llorar y comencé a sentir una ola de calma a mi alrededor.
- ¿Bella? – una voz CASI irreconocible para mí habló a mis espaldas. Tuve que voltear para descubrir quien era.
- ¿Jasper? – era extraño ver a mi amigo sin Alice, esperando para hablar conmigo. Quiero decir, él era una persona excelente, pero no solía entablar conversación a solas con ninguno. A veces hasta parecía estar sufriendo, aunque claro estaba, que su vida no se acercaba al sufrimiento ni de pizca.
- ¿Puedo robártela un segundo, Jacob? – preguntó algo incómodo, pero de forma extremadamente educada. Me hacía acordar a… nadie.
- Por supuesto – Jake sonrió honestamente y me soltó con delicadeza. Caminó en dirección a la entrada del Instituto. – Ven cuando termines, ¿vale?
- Sin problema – intenté esbozar una sonrisa.
- Nos vemos Jake – Jasper saludó gracilmente. Una vez que el moreno se alejó, Jazz cambió su sonrisa por un gesto serio y preocupado. Las piernas comenzaron a temblarme.
- ¿Ocurrió algo con Alice? – pregunté intentando salirme por la tangente.
- Sí y no – se rascó la nuca. Mierda Jazz, no hagas eso me recuerdas tanto a…dios cerebro, cállate.
- ¿A qué te refieres con sí y no?
- Bells, ella está destrozada, y se perfectamente por qué es. Ya se le pasará…pero tú me preocupas, y mucho. – aquello me sorprendió.
- Yo estoy bien, no te preocupes por mí Jazz, se me pasará.
- ¡OH, por favor Bella! – lucía cabreado. – ¡Que yo sea callado y prácticamente no emita palabra no quiere decir que eso me convierta en estúpido! ¿Crees que no me doy cuenta lo enamorada que estés de Edward y él de ti?
- Eso no importa ahora… – evadí sus planteos.
- Sí, si importa. Sé que están peleados pero me gustaría poder saber de que viene la cosa. Cuando fuimos ayer de Alice después de la escuela, todos estaban mal y nadie me decía nada, ¿sabes que frustrante es eso?
- Yo…
- Déjame terminar. Lo peor es que todos fingían estar bien. ¡Edward ni siquiera se quedó con nosotros en la sala! Subió furioso y cuando fui a hablar con él encontré toda su habitación hecha un lío y a él con un cigarrillo en la boca, llorando como un puto bebé. Ni siquiera me animé a pasar a ver como estaba.
- Por favor Jasper basta – otra vez llorando. Carajo, iba a deshidratarme en cualquier momento. Me desplomé en el piso, y si Jasper no me hubiese atajado, me hubiese roto la cabeza con el capó. Genial, mi vida se iba volviendo una mierda con el correr de los minutos.
- Bells – Me abrazó. Guau, Jasper abrazando, raro, MUY raro.
- Te contaré – necesitaba desahogarme, y Jasper no me juzgaría, era el momento perfecto.
- Gracias a Dios alguien predispuesto a hacerlo – rodó los ojos.
- Tus teorías son ciertas Jazz, o por lo menos hablando por mí.
- Te escucho…
- Siempre amé a Edward, con toda mi alma…el otro día…el y yo… -me ruboricé – nos acostamos.
- ¿A qué te refieres con "nos acostamos"? – me miró confundido. Parecía una broma, aunque luego recordé que él sabía que Edward se quedaba muchas veces a dormir en casa.
- Tuvimos R-e-l-a-c-i-o-n-e-s S-e-x-u-a-l-e-s…
- Bella, sabes que apesto deletreando.
- ¡HICIMOS EL AMOR JASPER, LA PUTA MADRE!
- ¡Santísima mierda! ¿Qué carajo estabas esperando para contarme?
- Íbamos a mantenerlo en secreto, sólo Alice, Emmett y Rose nos descubrieron. No queríamos hacerlo público hasta que solucionáramos algunos temas – miré en dirección a donde estaba Jacob, a unos cincuenta metros de nosotros, otra ola más de culpa – pero parece que alguien no quería hacerlo – me estremecí al recordar el beso apasionado de Félix con el amor de mi existencia y tuve ganas de llorar devuelta.
- ¿A qué te refieres?
- Íbamos caminando antes de que la campana sonara y Félix apareció de repente y le plantó un beso. Edward ni siquiera se movió Jazz, y yo me encontraba delante de ellos. Cuando salí pitando hacia aquí, Emmett y Rose me siguieron. Quise esquivarlos, y al darme vuelta para ver cuán lejos estaban de mí, vi como Edward caminaba hasta el gimnasio y Félix le seguía.
- Ay, nena…cuanto lo siento.
- Luego salí aquí afuera y me fumé algunos cigarrillos – reí nerviosa. – Me encontró, intentó solucionar todo, hasta que le dije que no podía confiar en él después de lo que había pasado. Todo el instituto miró absorto cuando gritó que me amaba, pero también cuando me hizo el peor desprecio por no confiar. Se puso como loco, eso aumentó más mi dolor, y terminamos los dos diciéndonos cualquier barbaridad.
- Bella, si hubiera sabido que la pasaste tan mal no te…
- No te preocupes Jazz, - lo interrumpí - de verdad que necesitaba contarlo, gracias por preocuparte por mí, no sabes lo importante que es eso para mí.
- Por más que no lo demuestre, quiero decir, nunca demuestro nada, ni siquiera a mi hermana ni a mis padres – rió-, yo te quiero muchísimo Bella, eres una persona increíble y haces demasiado feliz a mi hermana y al amor de mi vida. Ni siquiera hace falta que te lo diga. Eres una gran amiga.
- Estaba tan susceptible que comencé a llorar de nuevo. Jasper volvió a abrazarme
- Deberías hablar con él Bella…
- No, no creo que eso sea posible. Sigo muy enojada, y él me odia.
- Promete que lo harás…en algún momento…
- Pero…
- Promételo.
- Bien – me resigné. En algún momento debería hacerlo si quería AL MENOS, recuperar su amistad. Aunque era obvio que jamás dejaría de amarlo.
- Iré a buscar a Alice, seguramente esté por salir de su clase.
- Te acompaño hasta la entrada, me quedaré con Jake. – Una vez que llegamos hasta allí, me senté en el primer escalón junto con mi novio, o algo así, y Jazz entró a buscar a la enana.
- Parece que al chico le corre sangre por las venas después de todo – Jake bromeó y le propiné un puñetazo en el hombro que debió dolerle más a mí que a él.
- No es gracioso – dije limpiándome las últimas lágrimas que cayeron.
- Argh, ODIO verte así, ese chupasangre…
- Basta, no quiero hablar de él.
- Genial, porque hay algo que quiero preguntarte – levantó una ceja.
- Dime…
- Yo…tú…
- Te haces mucho el macho pero a la hora de preguntarme algo te pones como un tonto…- bromeé.
- Tú me pones tonto – se ruborizó. Genial Bella, el chico está hasta el cuello y tú llorando por otro.
- Ya, señor sentimental, ¿qué querías preguntarme?
- ¿Quieres ir al baile de graduación conmigo? Podríamos pasarla bien.
Sí – respondí inconscientemente. ¿Qué más podía hacer? Él estaba apoyándome en todo, era una pequeña retribución a todo eso, aunque él ni siquiera lo supiera.
- Luego podemos ir al campo de juego, pasará un cometa a eso de las tres de la mañana, ¿qué dices?
- Me encantaría.
- Genial, entonces tenemos una cita – me guiño el ojo y tomó mi mano. Lentamente se fue acercando hasta mí y me besó con cuidado, como si yo me fuese a romper ante el más mínimo movimiento brusco. Le retribuí el beso de la misma forma, y no sentí nada. Absolutamente nada, fue como estar besando una piedra o algo parecido. No era por menospreciar a Jacob pero es complicado que alguien te provoque algo después de haber besado a la perfección en persona.
- Te quiero, chiquita – dijo una vez que me soltó.
- Y yo – mi voz sonaba seca, sin vida, pero al parecer él no lo notó.
Estuve un rato más sentada con Jacob, en silencio. Ninguno decía nada. Finalmente me despedí de él, y me subí a la furgoneta, de camino a casa. Seguramente mis padres ya habrían vuelto. Eso me puso feliz, hacía más de dos semanas que no los veía.
Al ver el coche rojo llamativo de mi madre en la acera, supe que estaba en lo cierto.
- ¡Mamá, papá, ya llegué! – grité al entrar y tiré la mochila en el sofá.
- ¡Nena! – mamá corrió a abrazarme. La extrañaba mucho, así que la sostuve en mis brazos, más fuerte de lo normal.
- Papá fue hasta Newton's…te he extrañado – me miraba melancólica, pero de golpe su rostro se desfiguró. - ¡Te ves fatal! ¿Ocurrió algo?
- Realmente no quiero hablar de eso – me comprendió y acarició mi mejilla. – Comprendo… ¿cómo están los chicos? Alice, Emmett, Edward…
- Ellos están...bien – me estremecí al escuchar el último nombre.
- Bien dile a tu amiguito que lo quiero en casa lo más pronto posible, lo he extrañado. – Por supuesto hacía referencia a su querido y alabado hijo postizo Edward Cullen. No sé como iba a explicarle lo que pasó en tres simples días.
- Ma, ¿recuerdas a Jacob Black? El hijo de Billy…
- ¡Cómo no iba a hacerlo! Ese chico es tan simpático y tan, tan mono…deberías hablarle. Se ha transferido a tu escuela.
- Bien… hemos estado saliendo por…una semana más o menos – me sonrojé, aunque decir aquello no provocaba ningún tipo de emoción en mí.
- ¡Eso es excelente! Bueno, luces cansada…deberías echarte una siesta, yo terminaré de desarmar todo y guardaré la maleta en tu habitación.
- De acuerdo –la obedecí y me zambullí en su cama. Estaba casi dormida cuando su voz me devolvió a la realidad. Era la segunda vez en el día. Definitivamente estaba meada por un dinosaurio.
- ¿Bella puedes venir?
- ¿Qué es lo que ocurre? – caminé hasta ella, cruzando el pasillo, refregándome los ojos.
- ¿Qué hace un calzoncillo de Edward debajo de tu cama?
- ¿Cómo sabes que es de él?
- Lo he lavado unas diez veces. Pero jamás deja su ropa interior en el suelo, siempre la pone en la cesta de ropa sucia.
Genial, aquí vamos otra vez. Debería escribir una novela para que todos supieran de mis experiencias carnales con un homosexual.
Edward's POV
Destrozado y lleno de furia por dentro. Los últimos dos días había parecido un muerto en vida y había llorado más de lo que lo había hecho en toda mi vida. ¿Tan difícil era para ella comprender que era mi vida? Ahora me odiaba y yo ya no sabía que creer. Con las últimas fuerzas que tenía, marqué un número de teléfono.
- Buenos días, hablamos de la Universidad Italiana de Medicina, ¿en qué puedo ayudarle?
- Buenos días – hablé en italiano, intentando sonar lo más claro posible – llamo para confirmar mi beca del año entrante.
- ¿Su nombre joven?
- Cullen, Edward Anthony
- Un segundo por favor. – esperé impaciente, dudando si cortar o no, e intentando convencerme de que esto era lo mejor que podría hacer.
- Sí señor Cullen, gracias por elegirnos. Le daremos información más detallada en unos días, vía mail.
- ¿Podría ir yo mismo a buscarla? Planeo viajar este domingo, para conocer las instalaciones y el lugar en el que estaré, soy americano.
- No habrá problema con eso Sr. Cullen
- Excelente, gracias y hasta pronto.
- Adiós.
- Tenía que hacer una última llamada.
- Buenos días, Aeropuerto de Port Ángeles, en que puedo servirle.
- Buenos días, para reservar un pasaje para el domingo por la madrugada.
- ¿Destino?
- Volterra, Italia.
- Tenemos un vuelo hacia Roma a las seis y treinta del domingo, ¿le gustaría reservar?
- Sí, por favor.
- A nombre de:
- Cullen, Edward Anthony.
- Muy bien señor Cullen, ¿cuándo va a abonarlo?
- Iré ahora mismo para allí.
- Lo esperamos, hasta pronto.
- Buenas tardes.
Bajé las escaleras a una velocidad incalculable. Ni siquiera me detuve a pensar, o acabaría arrepintiéndome de mi decisión. Podría estar a más de 8000 km de luto, y jamás nadie volvería a molestarme. Italia era el lugar para mí.
Bella's POV
Luego de estar todo el resto del miércoles contándole a mi madre con lujo de detalles todo lo ocurrido, mientras ella juraba no contarle nada a Charlie, el jueves llegó. Entrega de diplomas, eso significaba volver a enfrentar a Edward después de nuestra pelea. El sábado sería la bendita graduación y Alice vendría a casa después de la ceremonia para probarme mi vestido nuevo, mis zapatos, mi peinado y mi maquillaje, todo elegido exclusivamente para mí, por ella.
Llegué y me puse esa horrible túnica amarilla que Lauren y sus discípulos habían elegido como miembros del comité estudiantil, aunque pensándolo bien, me importaba un cuerno el atuendo.
Llegué acompañada de mis padres, y la peor visión llegó a mis ojos al poner el primer pie en el asfalto. Edward salió de su coche a metros mío, con la mirada destrozada. Jamás lo había visto así, y cuando digo jamás, lo digo en serio.
Él solo me miró, dolido, y agachó la cabeza para seguir su camino hacia el gimnasio. Iba a seguirlo, pero unas manos pequeñas me sostuvieron por los hombros.
- ¿Preparada?
- Alice, mierda, me asustaste.
- Vamos, ¡o llegaremos tarde! Dio un brinco y me arrastró hasta el lugar de la ceremonia. Edward estaba ubicado unas cuantas butacas más adelante, y yo intentaba mirarlo entre el tumulto de alumnos. Por lo general estaba con la cabeza agachada o con gesto ausente.
Ni siquiera sé que se dijo exactamente en el discurso que mi amiga Rosalie dio. Sólo llegué a escuchar mi nombre cuando me llamaron para subir. A continuación, mis amigos comenzaron a aplaudir, como así también Jacob y el idiota bueno para nada de Mike Newton. Seguramente para continuar con la farsa que le había inventado a su madre. Trastabillé un par de veces y me encontré en el escenario con el Profesor Molina, quien se encargó de entregarme mi medalla y mi diploma.
- Te lo mereces – susurró orgulloso mientras me abrazaba. Yo sólo asentí, me sonrojé y al bajar casi me mato contra el suelo, todos rieron. Siempre recordarían a la torpe Bella Swan. Al final todos festejamos y despedimos a nuestra escuela, aquella que nos vio crecer, y vivir nuestras mejores etapas. Las mías habían sido con Edward. Entre el festejo pude ver como él salía por la puerta trasera y quise correr, pero Jacob se abalanzó sobre mí para felicitarme.
Luego de ese momento, y al volver de la ceremonia, me instalé en mi casa hasta el sábado por la noche. Ni siquiera me había probado nada el jueves, me había quedado llorando, y mi madre respetó mi decisión, pues me comprendía más que nadie. El sábado me desperté tarde, bastante tarde y por eso dejé que Alice me tratara como a un maniquí de una tienda de ropa.
- Guau – mi madre exclamó absorta al observar mi atuendo. Llevaba un vestido largo sin tirantes ceñido al cuerpo de color azul eléctrico, con unos zapatos plateados sin taco – que no se veían por el vestido-, un pequeño bolso plateado de mano y un suave recogido que dejaba algunas ondas rojizas sueltas, además de un maquillaje tan natural como fue posible.
- Gracias por dejarme así Alice – esbocé una sonrisa torcida. Ella había echo un trabajo magnífico, no se merecía mi desprecio.
- Díselo a tu cara – bufó. – Cámbiala de una vez Bella, verás que todo estará bien.
- Ni que lo digas – dije sarcásticamente.
- Créeme – me miró tan seria, que dio miedo. – Bien, Jacob llegará en exactamente tres minutos así que iré a ponerme mi vestido. Jazz vendrá por mí pronto, nos vemos amiga.
- Adiós Allie
- Nos vemos Reneé – saludó a mi madre.
- Tal como Alice lo predijo, Jacob apareció de traje en su Volkswagen listo para volver al gimnasio del Instituto.
- Guau – hizo exactamente la misma expresión que mi madre minutos atrás. Me sonrojé por ello. - ¿Lista, señorita?
- Sí, tú también estás guapo Jake.
- Gracias, aunque creo que las miradas irán hacia ti hoy – rió – Adiós Reneé, saluda a Charlie cuando llegue y dile que la cuidaré.
- Adiós Jake, adiós nena, pórtate bien – mi madre bromeó. Yo sólo sonreí secamente. Ella lo notó y agachó la cabeza.
La fiesta se me hizo eterna, la onda modernosa en que estaba decorado el lugar no iba conmigo. Jacob lo notó pero no dijo nada. Gracias al cielo nos iríamos al patio en unas horas. Apareció Alice con un vestido negro escotado que le sentaba genial, y ni hablemos de Rosalie. Ese vestido rojo resaltaba sus curvas, y se hubiese ganado más de una propuesta indecente de no ser por el oso de dos metros que la resguardaba de cualquier adolescente pervertido, reclamándola como suya. Edward no estaba allí, era raro, a él le gustaban las fiestas. Fue aún más raro notar que Félix iba acompañado de su prima Ángela.
- Edward no vendrá – Alice agachó la cabeza, adivinando mi pensamiento.
- Sólo me limité a asentir.
Pasar tiempo con mis amigos hizo que las horas corrieran un poco más rápido, y cuando quise recordarlo, Jake me sujetó por la cintura, y me susurró al oído.
- Faltan quince minutos para las tres, ¿vamos?
- Bien – sonreí, esta vez agradecida.
Llegamos hasta el campo de juego, y pude observar dos frazadas en el centro. Me sentía súper culpable de saber que Jacob se preocupaba tanto por mí y yo no le demostraba absolutamente nada.
Me recosté despacio y el lo hizo en la frazada de al lado. Me tomó la mano y esperamos sin decir una palabra, mirando al cielo.
Luego de algunos momentos, lo vimos. El cometa pasó ante nuestros ojos en el cielo estrellado. Me emocionó aquel paisaje.
- Así de rápido pasan nuestras vidas – Jacob rompió el silencio y se puso encima mío delicadamente. – Y es por eso que quiero hacer algo. – Comenzó a besarme, con lentitud y ternura. Comencé también a besarlo, hasta que sus palabras me aturdieron. – Te deseo, Bella, justo ahora. – me quedé en shock, pasmada, asustada. Él comenzó a besarme con más fiereza. Ahí comprendí todo. Edward no estaba mintiendo, realmente había quedado en estado de shock, no pudo moverse ni hacer nada. Carajo Bella, ¿ahora te vienes a dar cuenta? Eres una maldita estúpida. Lo que me hizo reaccionar, fue ver como Jacob comenzaba a desabrochar su camisa. Debía alcanzar a Edward, y para alcanzarlo, tenía que terminar con toda esta mierda, ahora mismo.
- Jacob…
- ¿Sí? – comenzó a besar mi cuello.
- NO PUEDO HACER ESTO.
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